HACIA LA TIRANÍA (IV)
De líderes, dictadores y tiranos.
Nos guste o no somos una sociedad ávida de líderes. Aunque votamos a los partidos en realidad depositamos en la urna una lista de desconocidos porque queremos que gobierne el candidato estrella de un partido. Caemos en la trampa: los candidatos de nuestra lista no nos van a representar, se limitarán a ser corifeos de su partido y, por ello, del candidato presentado por el mismo.. Y ya tenemos al líder de turno.
Líder es un anglicismo de la palabra leader (director o guía) que en alemán se dice führer.y en italiano duce Como siempre, cosas de la semántica, ser líder no resulta tan malo como ser führer o duce o, ya si nos ponemos, caudillo. Es cuestión de sentimientos, al líder le atribuimos unas cualidades positivas que no le atribuimos a los otros. Es más, diferenciamos entre liderazgo y mando, admitiendo que el liderazgo exige nuestra responsabilidad y el mando nuestra disciplina, cuestión de convencimiento. Pero nos estamos yendo por las ramas. En definitiva lo que queremos decir es que en una elecciones votamos por un líder.
Cuando el partido político pasa a ser algo secundario y se convierte en el aparato del líder, entonces podemos hablar de un dictador. Al dictador sólo le importa el régimen que propone, para ello coloca a sus fieles en las instituciones. Podemos decir que la principal diferencia entre un líder y un dictador es que el primero fortalece las instituciones mientras que el segundo fortalece el régimen con las instituciones. Para ello cambirá la normativa que haga falta con el principal objetivo de apuntalar su régimen.
Cuando un dictador se sirve de las instituciones y el régimen que propone se convierte en humo y todas las instituciones, incluido su partido, fortalecen al dictador estamos hablando de un tirano. El tirano no cambia la normativa, también se sirve de ella. La normativa exige una coherencia y ello implica una línea de acción previsible y consecuente con los compromisos que se adquieren, sólo elaborará la normativa que le apuntale. Mediante el dominio de las instituciones se justifican las mentiras y vaivenes del tirano que no tiene más objetivo que mantener el poder.
En fin, que en nuestro sistema democrático venimos a elegir a un deseado líder por cuatro años, luego puede ser un dictador, un tirano y, a veces, un líder... en ocasiones, muy pocas, un buen líder.