28 septiembre 2024

HACIA LA TIRANÍA (III)

HACIA LA TIRANÍA (III)


La Partitocracia.

Los partidos políticos se crearon, en su origen, para alcanzar unos objetivos de acuerdo con una ideología. Ya fueran en defensa de sus ideas o para convencer de las mismas, el gobierno era una forma de apuntalarlas, una forma de convencer al electorado de las bondades de una corriente política... pero esto es la teoría.

Quizás el primer defecto de nuestro sistema electoral es que se vota a las personas, pero se elige a los partidos. Si un individuo que no pertenezca a un partido político pretende defender sus ideas en las cortes, ya sea senado o parlamento, deberá presentarse dentro de las listas de un partido o crear su propio partido. El caso es que, en definitiva, son los partidos, y no las personas, los que acceden gobierno de la nación.

Se atribuye a Montesquieu la teoría de que el estado debe basarse en tres poderes: el ejecutivo (o gubernativo), el legislativo y el judicial. Tiene su lógica, el poder legislativo ejercido por un  parlamento que aprueba y promulga las leyes que no sólo establecen unas normas de convivencia para la sociedad sino que también enmarcan la gestión que ejerce el gobierno (que ejerce el poder ejecutivo). Esto quiere decir que el gobierno no puede hacer lo que quiera, por necesario o urgente que sea, si la acción pretendida no está regulada o amparada por una ley emanada del parlamento. Ante un posible conflicto, el poder judicial ejerce como árbitro analizando y aplicando la norma vigente. Es la teoría.

En la práctica el acceso de un partido al poder pervierte esta relación. Al ser los diputados miembros de una partido son más partidarios que representantes. Esto quiere decir que desde el momento en que son elegidos dejan de representar a sus votantes para representar a su partido y pesa más la obediencia al partido que la fidelidad a los ciudadanos que los votaron. Ello se acentúa por la disciplina de voto. En el congreso no hay disidencias entre los diputados de un mismo partido: se obedece al dictado del partido, fidelidad sin convencimiento y, en muchas ocasiones, conveniencia frente a coherencia.

En los partidos políticos suele haber diferentes tendencias y sectores críticos, pero qué pasaría si en un partido una sola persona, un líder, anulase cualquier crítica y no admitiese más tendencia que la suya. Está claro: dominaría los tres poderes por medio del partido. Sería el partido el que elaboraría la leyes y su aprobación por el parlamento sería un mero trámite, ante cualquier conflicto un poder judicial que simpatizase con el partido inclinaría la balanza de la justicia a su favor. Este sistema sería una partitocracia, los tres poderes, en teoría independientes, están dominados por un partido.  


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