HACIA LA TIRANÍA. (!)
Del uso del lenguaje.
Una lengua, generalmente, tiene cosas buenas. Son los hombres los que de una u otra forma la acaban pervirtiendo. El principal logro del uso de una lengua es la de tener un nombre para cada cosa, algo inequívoco que no induzca a ningún error. Eso significaría que un nombre sólo se aplica a una cosa, ser o concepto; pero desgraciadamente no sucede a la inversa, en muchas ocasiones hay más de una palabra para definir una cosa, ser o concepto. A partir de este punto, hay veces que se utilizan palabras para referirse a algo ambiguo, de esta manera con una sola palabra se pretende abarcar muchos conceptos. Y aquí entran las artimañas humanas, que amparan en el uso de las palabras sus incoherencias. Los mejores ejemplos los encontramos en el mundo de la política.
Mi primer recuerdo fue con el presidente Aznar, tras anunciar que no subiría los impuestos, gravó el consumo de alcohol, tabaco y otros productos. Cuando se le recordó que había subido estos impuestos el recordó que no había subido impuestos sino tasas. Como si una tasa fuese algo diferente a un impuesto. El presidente Zapatero tras prohibir los transvases de agua en su plan hidrológico nacional (más que nacional, del PSOE) autorizó una “transferencia hídrica de cuencas” entre el Ebro y el Ter. Con esto quiero decir que el uso torticero del lenguaje no depende tanto de la ideología como de la caradura del emisor.
Asistimos a una nueva deriva, a las mentiras se las denomina cambio de opinión o cambio de posición, ahora el recurso dialéctico convierte lo contrario de lo malo en bueno. Así nos encontramos, por ejemplo, que el feminismo es,necesariamente, bueno por ser lo contrario al machismo; o que el extremismo de izquierda (asociado al comunismo) es bueno por ser lo contrario que el extremismo de derechas (asociado al nazismo o fascismo). De esta manera las mismas acciones y sus consecuencias son buenas o malas según quien las perpetre.
Y así nos encontramos ahora, nuestra clase dirigente retuerce el lenguaje y confunde con cada palabra, ahora fascista es cualquiera que no comparte la opinión oficial que establece la clase dirigente y extrema derecha es todo lo que se encuentra a la derecha del espectro político que establece la clase dirigente. Se recurre al término “progresismo” dando por sabido el concepto y se incluye como progresista a todo aquel que pueda apoyar a la causa de la clase dirigente. Iendo ahora a lo elemental si decimos que el progresismo es bueno, lo contrario, el conservadurismo, ha de ser necesariamente malo y viceversa. El pueblo soberano viene a ser un campo de batalla que cae en una peligrosa trampa que la dialéctica trata de ocultar: el fin justifica los medios..
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