Creo que la sociedad española se
está lanzando al abismo de lo políticamente correcto. Con implicaciones absurdas.
De esta forma tenemos a los representantes de diversos partidos con el mantra
continuo de que España es plurinacional a la vez que reclaman cerrar las
brechas que hay en nuestra sociedad… es algo original: igualdad dentro de la
diversidad, o diversidad dentro de la igualdad. Es lo políticamente correcto,
cincuenta años después del 68 somos realistas y pedimos lo imposible.
Siendo políticamente correctos nos
estamos sumergiendo en un comportamiento cada vez más uniforme y dual, algo así
como el ying y el yang, en el que nos olvidamos de todo relativismo. De esta
manera asociamos lo no bueno a malo y lo no malo a bueno. Todo ello nos lleva
conclusiones tan estúpidas como decir que el machismo es malo y el feminismo
bueno, que el centralismo es malo y el derecho a decidir democracia pura, que
un campista con estelada hace una reivindicación y que otro campista con la
bandera rojigualda es un fascista. Gracias a lo políticamente correcto la
censura no es necesaria.
Nuestra falta de memoria favorece
esta dualidad, los que hoy reclaman una subida de las pensiones son los que las
congelaron, los que se quejan de que no hay gobierno son los que no dejan
gobernar; los que dicen que un mal llamado exiliado ha sido el más votado por
la población obvian los resultados de unas elecciones; y hay quien a la
provocación le llama arte, política o vaya usted a saber qué… pero se nos
olvidará pronto.
Pero de lo que no nos damos
cuenta es que nos estamos dejando de gobernar por leyes para seguir el dictado
de lo políticamente correcto, que es regirse por las opiniones que están en boga.
Y la institución que debería promulgar esas leyes no funciona, por muchos
motivos. Pocas veces discutimos lo importante, pero derrochamos estilo y ríos de
tinta, tweets, inventiva y mordacidad en una canción de Marta Sánchez; es que
ya se acabó el filón de la “portavoza”, un error deliberado (pero políticamente
correcto) para dar relevancia a las mujeres. Creo que cualquier mujer que se
precie será partidaria de ganarse la relevancia haciendo bien su trabajo y no
el ridículo. Pero en fin… somos como somos: mejor no hablamos de la educación.
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