09 octubre 2006

OFRECIMIENTOS Y COLABORACIONES

http://blogs.periodistadigital.com/ultimahora.php/2006/10/08/rajoy_ofrece_a_zapatero_su_plan_de_inmig
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No es cuestión tratar el tema de la inmigración, de por sí harto complicado. Ni se trata de criticar al gobierno por su política ante la misma. Es cierto que a todos nos intimida la afluencia de tantas personas, pero creo que también admitimos que no se trata de dejarlos morir en las pateras, ni de poner un candado en las fronteras. También se admite que debería de haber habido un filtro en cuanto a la regularización. Pero el gobierno tiene analistas que saben determinar mejor que yo las causas del problema.
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De lo que me gustaría hablar es de este generoso ofrecimiento de un plan para dejar de improvisar. Si bien es cierto que la improvisación puede ser necesaria a la hora de aplicar unas líneas maestras, también su exceso da la impresión de la inexistencia de referencias, falta de control y la apariencia de estar desbordado por los acontecimientos. Y, no nos engañemos, ningún gobierno ha podido controlar esta marea de seres humanos.
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En mi opinión, al señor Rajoy le falta humildad cuando está tan seguro te su plan, en primer lugar no se puede ser autor de un plan para que otro sea responsable de su ejecución. Ni es lo que esperan o desean los españoles. En realidad ya nadie puede creerse que un partido regale algo a otro si no es para obtener algo mucho mejor. Lo que realmente esperan los españoles es colaboración entre ambos partidos para los asuntos que nos atañen a todos.
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Si el señor Rajoy, en nombre del PP, cree que la inmigración concierne a todos los españoles, no debe regalar un plan al gobierno, para luego erigirse en árbitro, debe ser colaborador y parte de la solución. Le guste o no le guste a nuestros políticos, son parte de España, el hecho de creerse representantes de la España que venció las elecciones, o la que las perdió, les hace olvidar que sus actos afectan a todos los españoles, que deben pensar en todos y que, a fin de cuentas, a la nación no le interesa que haya españoles vencedores si hay una contraparte de compatriotas vencidos.
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Llevar las diferencias políticas al terreno social, enfrentar a los que votaron por una u otra tendencia, sólo demuestra que la capacidad de dirección de nuestra clase política sigue sin estar a la altura de la madurez de nuestra sociedad. Ya han demostrado su capacidad de hacer crisis donde hay pequeños problemas y su incapacidad para trabajar juntos y dar una respuesta a una gran crisis.
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Hace tiempo que terminé mis estudios elementales, así que es posible que esté equivocado, pero creo haber estudiado que al gobierno le corresponde tomar las decisiones y guiar a la nación. A la oposición enmendar y corregir. Y a los demás apoyar. Pero en el panorama de hoy el gobierno parece perdido, en cuanto a situación y prioridades, la oposición más ocupada en criticar y el resto de la nación indecisa, como ése público transeúnte, indiferente y, sobre todo, aburrido que asiste al triste espectáculo que dan dos rivales que se pelean continuamente.
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Ya asistimos durante la campaña del referéndum del Estatuto de Cataluña hasta donde estamos llegando, mientras oradores resultaban agredidos por propugnar una opinión, otros lo justificaban, dando de esta forma una bendición tácita a la violencia.
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De nuevo estamos asistiendo al nacimiento de dos españas que tratan beneficiarse de la tercera, espectadora, asustadiza, indiferente y débil; a la vez ambas fraticidas intentan erigirse en vencedores. Y todos, especialmente los votados, seguimos sin comprender que tras unas elecciones no hay más vencedor que el pueblo español. Y si éstas son pacíficas, normales y todos los candidatos son respetados. Se habrá conseguido, sin ninguna duda, el primer beneficio.

Ahora me gustaría apelar a que los partidos colaboren para dar una solución a los grandes problemas, que encuentre el procedimiento para que los ciudadanos españoles sean felices y a que no se atribuyan méritos, disputen responsabilidades y carguen culpas. Que consigan establecer un sistema de convivencia en que realmente no sea tan importante que partido ha ganado unas elecciones.

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