La efímera felicidad.
Hoy nos regala Don Andrés Amorós, como todos los sábados, una nueva lección de poesía que lleva por título "Agarra el momento: la gran lección clásica y actual", tiene como protagonistas a Góngora y una referencia a la generación del 27 como seguidores del poeta del siglo de oro. Pero su mensaje principal, y los que nos describe Góngora en un soneto, catorce versos, los latinos lo simplificaron en dos palabras: Carpe diem. Algo que podríamos traducir como vive el momento. La verdad es que el artículo nos puede llevar a muchas más reflexiones cuatrocientos años después de la muerte del poeta. Especialmente cómo llamaríamos hoy a esa rivalidad entre Góngora y los demás autores de su época, Lope y Quevedo principalmente. ¿Acoso o cordón sanitario? En realidad no tiene importancia, el cruce literario entre unos y otros es una joya cultural. Por otra parte también había pugnas entre todos los literatos, Cervantes incluido, algo que los con ertia en cordiales enemigos.
Debo admitir que he tenido que leer más de una vez el soneto para, de una vez, saber la descripción del carpe diem de Góngora. Y es que todos andamos buscando la felicidad, muchas veces sin saber qué es o en qué consiste. En realidad pocos la encuentran y la mayoría nos topamos con ella, pero no identificamos el momento. Entre otras cosas porque pocas veces hay un antes y un después y porque no va a durar siempre, es un momento efímero y podemos recurrir a las sensaciones. Es, en definitiva, un sentimiento.
No llegué a captarlo en mi juventud, esa manía adquirida de ir un paso por delante de los acontecimientos causaba estar pensando siempre en el próximo movimiento. No era tan malo. Mantenía viva la ilusión pero impedía apreciar los momentos felices. Esos en que uno tiene la sensación de que todo lo que e le rodea está en su sitio y lo que sucede es lo que tiene que pasar. Luego el cauce se desvía y desaparece lo que habíamos sentido como un bienestar casi perfecto. La vida a exige entonces un equilibrio entre las ilusiones, pocas veces satisfechas, y la felicidad, un sentimiento que dura más bien poco.
Y es que con el paso de los años uno descubre lo que decíamos al principio, que con la felicidad te topas y que no hay que atender a razones lógicas de por qué está ahí, sólo hay que disfrutarlo sin expectativas, los hijos crecerán y los problemas asociados también. Así que es mejor disfrutar de tu hijo en brazos, en poco tiempo no le gustará que le digas las tonterías que le dices ahora. Disfruta del "buenos días" que te da en plena edad del pavo porque va a ser uno de los pocos momentos en que sois familia y no potenciales enemigos. Aprovecha la ronda de saludos en una cena de Navidad ya que luego se contrastarán puntos de vista. En fin vive el momento, que la felicidad es efímera.
Pero también hay una acción clave para darse de bruces con esa sensación, es intentar ser parte de la felicidad de los demás, de participar en ese momento y de disfrutarlo y compartirlo con los que más quieres.
3 comentarios:
Con la felicidad te topas. Es una buena explicación. Un beso
Una entrada muy de verdad y sobre todo real.
Estoy de acuerdo contigo, que la felicidad es cuestión de un momento efímero, no dura todo el tiempo, es cosa de unos instantes, no puede durar siempre. Sea como sea de lo que se trata en la vida es de disfrutar de los buenos momentos de la mejor manera que nos sea posible, y sobre todo, mantener la ilusión porque como esa ilusión se nos escape lo tenemos claro. Mejor estar despiertos con espectativas ante la vida.
Me ha gustado tu reflexión, que desde una poesía, de Góngora, nos deje ese mensaje para reflexionar. Y de todas formas, no es lo mismo leerlo en la juventud que pasados unos años, vemos las cosas de otra manera.
Un abrazo.
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