Pues hoy los periódicos se despachan con Don Pedro Sánchez.
En elpais.com podemos leer un artículo que escribe Don Manuel Labois y se titula
“Pedro Sánchez nunca estuvo ahí”, en él se nos cuenta los sucesivos cambios de
opinión del señor presidente desde su ofuscado y cabezota “no es no” hasta el
presente, señalando que parece que hay grandes diferencias entre el aspirante
Sánchez, el opositor Sánchez y el presidente Sánchez.
Elmundo.es publica otros dos artículos. Uno se titula “Lafelonía de Sánchez”, lo escribe Don Francisco Rosell, y hace un repaso de lo
que el autor considera sucesivas claudicaciones. Aparte, en el mismo diario, Don
Javier Redondo firma el artículo titulado “Sánchez según Lenin” en el que,
recordando a la revolución rusa, le da el papel de Lenin a Pablo Iglesias
Turrión y a Don Pedro Sánchez el de Kerensky (creo yo, ya que no se menciona
este nombre, pero si el término “socialchovinista”).
En todo caso los tres artículos presentan a un presidente del
gobierno, más que limitado por las ataduras de sus aliados en la moción de
censura, gobernado por ellos, mal acompañado, mal asesorado y mal defendido. Y
creo que es cierto, Pedro Sánchez se encuentra de espaldas a la Constitución, a
España y a la Monarquía, no tanto por convencimiento sino porque sus aliados en
la moción le están empujando a ello. Y sus aliados no le ayudan.
Los independentistas han demostrado no querer más diálogo
que el de cómo alcanzar sus objetivos. El presidente, con la misma obstinación
del “no es no” ha hecho todo lo posible por mantener la relación con ellos con la esperanza de un diálogo. Para eso ha
hecho cambiar a la abogacía del estado la acusación de un delito de rebelión
por el de uno de sedición. Como resultado le han dado un portazo, ridículo para
él y humillación para los españoles.
Su segundo aliado, el populista Podemos, se ha apresurado a
atribuirse el papel de cogobernante y Pedro Sánchez le ha dejado asumir este
papel. Los representantes de Podemos no han tardado mucho tiempo en arrogarse
el mérito de la subida del sueldo mínimo, un tantra que repiten siempre que
pueden y con el que justifican todas las acciones que han emprendido. Como que
Pablo Iglesias hable con Junqueras y Puigdemont y luego se permita recomendar
al presidente hacer gestos, y éste los ha tenido. Todo ello hace preguntarse quién
gobierna en España. O mejor dicho, qué es lo que gobierna Pedro Sánchez. A día
de hoy, creo que sólo gobierna para exhumar el cadáver de Franco. En el resto
de los asuntos la pauta se la marcan sus aliados.
Pero no son estos sus únicos problemas. El gobierno que
preside ha dado en muchas ocasiones muestras evidentes de descoordinación (el
que una ministra desmienta un impuesto diciendo que es un globo sonda del
presidente es una metedura de pata de libro). Algunos de los miembros del ministerio
tienen una catadura moral que su presidente ha puesto en duda cuando la tenían ministros de otro gobierno. Y, el peor de todos, una vicepresidenta que le
siega los pies y que, con cada intervención, hace que crezcan los enanos del
circo presidencial. Su equipo para gobernar resulta ser un problema tan grande
como el de sus aliados.
En fin, creo que es uno de esos momentos en que un
presidente debería reflexionar sobre el papel que está jugando. ¿Se puede hacer
respetar la Constitución, y a las instituciones del estado, cuando todos sus
aliados están en contra de ellas? ¿Se puede dialogar con los que no dialogan? ¿Se puede
gobernar con los que mangonean? ¿Se puede ser capaz rodeado de incapaces?
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