Es iluso, que no ilusionado o ilusionante, el más elemental de los políticos nacionales y durante mucho tiempo el Llamazares ha sido la unidad elemental de inteligencia antes de la aparición del Simancas. Es la demostración tangible de que un profesional mediocre, está claro que como médico no ha llegado muy lejos, puede vivir de la política, o sea de los demás ciudadanos. Hay veces que induce al error y se puede pensar que esta influenciado por el espíritu del 68, "sed realistas y pedid lo imposible", el problema es que está anclado en el error en la simple creencia en que eliminando las herramientas se eliminan las averías. Creer en esa posibilidad, más que imposible, es estúpido.
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Pero se reafirma en sus creencias una y otra vez convencido de que no habrá guerras si no hay ejércitos, no habrá ladrones si no hay policía, ni disturbios sin antidisturbios, en lo único que rompe esta línea de pensamiento es que no habrá estupidez si no hay políticos. En fin que su filosofía, además de un poco tonta, parece interesada.
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Pero, a pesar de todo, no es un mal hombre. No hay maldad cuando mantiene una posición contraria. Es un ingenuo que se considera victorioso aunque pierda, siempre y cuando otro también resulte vencido; consideró un buen resultado para su partido que el PP perdiese las elecciones aunque IU perdió la mitad de sus escaños. Sin ser mala persona, ignora sus responsabilidades y promueve algaradas la jornada de reflexión, algo ilegal, y está orgulloso de ello. Invita a la desobediencia civil sin considerar que hay algunas mentes que lo consideran inducción a la barbarie. Se sabe efecto pero ignora las causas que provoca. Navega a la deriva convencido de llevar un rumbo que le marca la naturaleza.
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La formación política de Don Gaspar debe provenir de un clásico: "Alicia en el País de las Maravillas" ya que sólo así se explica su concepción del mundo. Me gustaría pensar en él como don Quijote pero, a diferencia del hidalgo, impone los molinos de viento que él ve. De esta forma el resulta ileso del combate, sin ser consciente de los perjuicios que ocasiona.
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Tiene una concepción humanista de la sociedad que le rodea, ignorando que, aunque cada persona tiene algo bueno, la masa ahoga las buenas intenciones. Incita a las masas e ignora a las personas. Es este un personaje, que juega el papel de bufón en la política, sin saberlo ni pretenderlo, el típico personaje que, sin pretenderlo, siempre estornuda en frente de un castillo de naipes.
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Pero se reafirma en sus creencias una y otra vez convencido de que no habrá guerras si no hay ejércitos, no habrá ladrones si no hay policía, ni disturbios sin antidisturbios, en lo único que rompe esta línea de pensamiento es que no habrá estupidez si no hay políticos. En fin que su filosofía, además de un poco tonta, parece interesada.
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Pero, a pesar de todo, no es un mal hombre. No hay maldad cuando mantiene una posición contraria. Es un ingenuo que se considera victorioso aunque pierda, siempre y cuando otro también resulte vencido; consideró un buen resultado para su partido que el PP perdiese las elecciones aunque IU perdió la mitad de sus escaños. Sin ser mala persona, ignora sus responsabilidades y promueve algaradas la jornada de reflexión, algo ilegal, y está orgulloso de ello. Invita a la desobediencia civil sin considerar que hay algunas mentes que lo consideran inducción a la barbarie. Se sabe efecto pero ignora las causas que provoca. Navega a la deriva convencido de llevar un rumbo que le marca la naturaleza.
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La formación política de Don Gaspar debe provenir de un clásico: "Alicia en el País de las Maravillas" ya que sólo así se explica su concepción del mundo. Me gustaría pensar en él como don Quijote pero, a diferencia del hidalgo, impone los molinos de viento que él ve. De esta forma el resulta ileso del combate, sin ser consciente de los perjuicios que ocasiona.
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Tiene una concepción humanista de la sociedad que le rodea, ignorando que, aunque cada persona tiene algo bueno, la masa ahoga las buenas intenciones. Incita a las masas e ignora a las personas. Es este un personaje, que juega el papel de bufón en la política, sin saberlo ni pretenderlo, el típico personaje que, sin pretenderlo, siempre estornuda en frente de un castillo de naipes.
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