27 marzo 2007

LA OBECECACIÓN Y EL PELIGRO

Es una frase muy repetida, pero no recuerdo quien lo dijo, "Ay de aquellos que no sepan su pasado porque están condenados a repetirlo". La verdad es que nuestra clase política, en su obcecación, está olvidando el pasado. Maniobras políticas, con la fijación de provocar la caída del gobierno, fueron la causa del Desastre del 98. La cabezonería política por enfrentarse en todos los ámbitos y el espíritu revolucionario, siempre intransigente, causaron la caída de la Segunda República en una Guerra Civil que se llevó consigo a miles, algunos dicen que un millón, de españoles. Hoy podemos constatar que no hay una política nacional y que no hay voluntad para llevarla a cabo. Todos se han obcecado en diferentes posiciones sin más opción que el “o con nosotros o contra nosotros”. Estamos empezando a pagar las consecuencias.
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En medio del rifirafe que hay entre derecha e izquierda sólo hay un beneficiado: los terroristas. La obcecación por la paz del PSOE conduce al PP a anticipar los hechos y basar en ellos convocatorias que parecen más un intento de motín que expresar una opinión. La obcecación por protestar del PP conduce al PSOE a querer aislar en el ruedo político a la derecha, con el paradójico resultado de excluir a demócratas e incluir a terroristas (de izquierdas, eso si).
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La obcecación en unos extraños principios hace que el PSOE se dedique a abrir heridas que deberían estar cerradas, promulgando una ley que parece querer convertir a los vencidos en vencedores y preservar el papel de asesinos a los que vencieron, justificando a los asesinos vencidos.
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La fijación independentista y el deseo desorbitado de mantenerse en el poder pueden provocar que ERC vuelva a provocar una crisis en la Generalitat, los hay que no escarmientan, con ese exclusivismo basado en un lenguaje diferente que consiste en denostar del resto de los españoles. .
Asimismo la obcecación de idealistas sin ideas está haciendo que la confrontación política se refleje en todos los ámbitos e instituciones, como consecuencia la sociedad se está envenenando y perdiendo su educación.
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A su vez los medios de comunicación, obcecados en su independencia, han perdido todo criterio objetivo y ejercen de caja de resonancia de la actual situación, culpando a unos y justificando a otros. De esta forma contribuyen a hacer las diferencias mayores y a crear heridas donde no debería haberlas. Nadie está a salvo porque la mayoría de nosotros pensamos tener un compromiso con nuestras ideas y principios y no con nuestra sociedad.
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Todo ello hace que nuestra democracia esté herida e intoxicada, cuando un periodista empieza a temer por la intervención de las Fuerzas Armadas, si alguien empieza a defender la figura del buen gobernador, aunque no sea electo. Cuando se justifican las injusticias y todo aquello que no esté contemplado en la Constitución no es más que el comienzo de nuestra agonía. Y todos seremos culpables.
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