18 octubre 2009

ME LLAMO RODRIGUEZ, ENFRENTÁNDOME AL HOGAR

Pues por razones que no vienen al caso me he quedado una semana sólo, y me queda una semana más todavía. Entonces me iré a Afganistán, el día de la partida me despediré de los míos y habrá terminado esta pesadilla de combatir con la casa diariamente. Reconozco que es complicado ser amo de casa. Y es que uno puede saber conducir, incluso se atreve a volar aviones, pero cuando tiene que hacer la colada la lavadora resulta ser muy complicada. He decidido llamar a mi mujer para que me enseñe a utilizar la lavadora, algo que ya de por si supone un acto de humildad y casi de rendición. Creo que aunque lo haya intentado disfrazar han pillado mi completa inutilidad como gestor de electrodomésticos.
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Abro el diálogo diciendo "hola cariño, mira he decidido hacer la colada para no darte trabajo en Madrid, ¿me podrías decir como tengo que regular los dos mandos que tiene la lavadora ?".
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Acto seguido me empiezan a hacer un interrogatorio de tercer grado.
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- ¿Pues qué ropa piensas lavar?
- La mía.
- No, me refiero a si es ropa delicada, blanca o de color.
- Pues de todo hay: calzoncillos, camisas, pantalones y un jersey.
- ¿Y piensas lavarlo todo junto?
- Pues si, no creo que llegue a los cinco kilos, como aquí caben siete. Debe haber cuatro kilos de ropa y uno de mier... de suciedad.
- Si papá, pero ten en cuenta que tus calzoncillos rojos pueden dejar rosas a tus camisas blancas y violetas a las azules, tienes que separar la ropa. Así que hazme caso: ropa de color a un lado y blanca a otro. No te preocupes por la ropa delicada que no usas de eso.
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Las instrucciones han sido claras y precisas, incluso me doy cuenta de que pondré la lavadora dos veces, algo que no entiendo ya que lo podría poner una. Cuando he hecho los dos montones me doy cuenta de que no me han explicado cómo poner la lavadora, vuelvo a llamar.
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- Hola cariño, que cómo se pone la lavadora.
- Pero es que no te lo he explicado antes.
- Pues no me ha parecido, pero es que con los montones que había que hacer no me he dado cuenta.
- Bueno, pues tienes que poner la ropa blanca en donde dice blanca y usar el detergente normal, hecha un cacito de suavizante y dejas que el programa se ejecute solo. Con la ropa de color haces lo mismo pero usa detergente de color y pones el selector de la lavadora en color, el programa también se ejecuta solo.
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Mientras me da las instrucciones uno descubre que hay números y letras en los dos mandos de la lavadora, pero no hay ningún sitio que ponga "ropa blanca" ó "ropa de color", es un problema que mi amor propio me impide solventar preguntándo, así que pregunto otra cosa:
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- Oye ¿las instrucciones de la lavadora dónde están?
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Llevamos demasiados años juntos como para disimular, así que la respuesta es sincera:
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- ¿Qué pasa? No tienes ni idea de lo que te digo ¿verdad?
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Y lo peor es que tiene razón, mi combate contra la lavadora se está inclinando hacía esta última y por KO técnico, es una lucha desigual que me está desbordando. Así que ya un tanto mosqueado pregunto por la salud de todos y me despido.
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Meto toda la ropa en la lavadora, y cabe entro . Para no tener dudas y que toda la ropa esté contenta dejo un recipiente de detergente de ropa de color y otro de ropa normal y giro la rueda de la lavadora hasta el final (la rueda de las letras) deposito el suavizante en un vasito pequeño y a la rueda de los números le pongo 30 (me imagino que será la temperatura). A los cinco minutos de ver que no pasa nada descubro que hay un botón que pone ON y OFF, al final he descubierto que así funciona la lavadora. Ahora estoy esperando el resultado.
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No obstante he llegado a establecer una reglas de supervivencia, a guisa de manual de rodriguez, que creo que debo compartir:
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- Cuanto más habites en la casa más ensucias, procura estar fuera de ella lo máximo posible. Cuando te veas en la obligación de ocuparla, usa el menor número de habitaciones posibles.
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- La suciedad es cruel y astuta, va contigo dondequiera que vayas, es mejor esparcirla que concentrarla, ten en cuenta que si la concentras no vas a saber cómo recogerla.
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- Se eficiente, has comprobado que la lavadora es complicada y traicionera, no pierdas la ocasión de ducharte con la ropa puesta, quítate la camisa y los pantalones cuando te asegures de que se han empapado y están limpios, asegúrate de que no huelan por lo menos. los calcetines son una excepción, si los lanzas contra el techo y no se pegan es que todavía los puedes usar, si se quedan pegados cómprate otros y no te preocupes, acabarán cayendo cuando la gravedad venza a la suciedad.
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- Lo de esparcir la suciedad también va con la vajilla, si no puedes comer siempre fuera de casa, es económico que uses vajilla de plástico, de usar y tirar, si aún con esas te vieses obligado a usar la vajilla normal, nunca, repito, nunca, juntes dos platos sucios, la suciedad se aparea y se multiplica. Cuando los platos no te dejen ver la mesa donde los vayas poniendo es que ya tienes que lavarlos. Se hace en el lavadero o en el lavaplatos, no en la lavadora, yo una vez lo intenté y el resultado no fue bueno.
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- Economiza esfuerzos, los pantalones se planchan cuando duermes. Para ello sólo tienes que meterlos entre el somier y el colchón. Las camisas, colgadas en una percha y sin escurrir se estiran solas, ten la precaución de ponerlas a secar encima de la bañera, si no encharcarás el suelo que haya bajo ellas.
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Con esto he conseguido dar unos consejos para su vida en solitario que no puede desdeñar y que, sin duda, serrán útiles. Pero tenga en cuenta que todo ello es un secreto entre caballeros, su pareja no puede saberlos, tiene que creer que usted sabe compajinar trabajo y hogar sin esfuerzo. Así siempre tendrá razón...
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5 comentarios:

Domingo dijo...

¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja! Qué odisea, amigo Lufer. También yo soy un desastre en las tareas domésticas, aunque empeño no me falta. Lo que hago ahora son pequeñas escaramuzas, porque el verdadero combate vendrá cuando viva solo y no me quede más remedio que espabilarme o perecer en el intento. Mucho colegio, mucho estudio universitario y mucha puñeta y luego no sé más que encender el microondas. ¡Juas! En fin, prometo aplicarme más.

Fernando Solera dijo...

Te ha quedado muy divertido, Luis Fernando. Qué gran verdad es ésa de que las mejores comedias nacen de situaciones dramáticas. De todas formas creo que todo es cuestión de ponerse, aunque reconozco que yo también soy un poco desastre. Piensa que peor están en Afganistán...

armando alonso dijo...

Tu artículo de hoy me parece muy bueno y divertido. Todo lo que describes, no es mas que el resultado de no haber hecho nunca este tipo de tareas.
Cuando yo era joven (hace un huevo de años), mi madre se ocupó muy mucho de que sus hijos (somos siete hermanos y yo el mayor), aprendiéramos las tareas básicas del hogar. Nunca se lo agradeceré bastante. Esta "educación doméstica", me ha dado, cuando lo he necesitado, una gran autonomía.
Creo que fué una buena enseñanza y se la recomiendo a cualquiera. Los hombres, aunque parezca mentira, también somos capaces de poner lavadoras, hacer camas, cocinar, etc.
Suerte en Afganistán. Un abrazo.

María dijo...

Jajjajaja me ha gustado mucho tu artículo, me ha parecido muy gracioso, pero con él podemos darnos cuenta de que ser amo de casa es complicado cuando nunca se ha hecho, y sobre todo, un trabajo nada reconocido, seguro que ahora te das cuenta de la importancia de ser una ama de casa.

Un beso.

María dijo...

Venía a leer algún post nuevo, como no tienes nada, voy a leer los posts anteriores a éste.

Te deseo un feliz fin de semana.

Un beso.