04 octubre 2009

LOS LÍMITES DEL ARTISTA

La verdad es que me gustan las películas de Polanski, tanto las que dirige como en las que actúa, pero no envidio su vida. El asesinato de su mujer embarazada y su encarcelación actual por abuso de una menor no son un buen trago. Tampoco debió de ser un rato agradable el que pasó la aspirante a modelo, Samanta Geimer, a sus trece años. Todo ello significa que los genios, y no tan genios, tienen sus debilidades y mezquindades, y creo que deben pagar por ello. Parte del pago de la deuda de Polanski nos la describe elpais.com en un artículo que titula "Polanski en la celda de Zúrich". Algunos artistas y diplomáticos piensan que no se merece estar en una celda, ni ser procesado, ni siquiera que sea sometido a juicio, no todos estamos de acuerdo con ellos, tampoco lo está Francisco Manetto, según nos expone en un reportaje que publica el mismo diario y que se titula "Solidaridad con un violador".
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No es el primer caso, sabemos que Lewis Carrol, el autor de "Alicia en el país de las maravillas" se tuvo que enfrentar a la sociedad victoriana por fotografiar a niñas desnudas. También sabemos que Donatello tenía unos gustos sexuales un tanto novedosos para su tiempo. Errol Flynn, el famoso Robin Hood, tambien tenía debilidad por las adolescentes. Podemos sumar otros vicios de entonces más comprendidoa ahora. como la homosexualidad de Leonardo y Miguel Ángel, el alcoholismo de Tolouse Lautrec o la vida insultantemente alegre de muchos de los componentes de la industria del cine. Parece que por estar bien avenidos con las musas su persona debería estar por encima de la moral de sus contemporáneos.
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Sin salir de casa, podemos recordar que Don Camilo José Cela era un poco viva la Virgen y que don Pío Baroja era un huraño cascarrabias. Ello no impide que sean genios y que un servidor disfrute con sus libros, cuentos y ocurrencias. Pero, particularmente, no presumiría de haber sido honrado con su amistad. Otro tanto digo de Polanski, que admire su obra no implica que admire a su persona. Creo que me habría movilizado por la madre Teresa de Calcuta o por Vicente Ferrer, que no han legado nada más, y nada menos, que su generosidad. Pero no por exculpar a un artista de sus "debilidades".
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Los artistas nos han legado su trabajo, que nos puede gustar más o menos, pero no han subido a un pedestal al que no los hayan elevado sus admiradores. Y nosotros, como admiradores, debemos separar la obra del autor. Debemos separar el arte y la moral, y no justificar lo uno con lo otro. Las circunstancias que unos y otros alegan en el caso Polanski deberán dirimirse en un juicio.
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Pero no puedo pasar por alto el doble rasero de algunos de los que gustan opinar, aunque no diré sus nombres. Me llama la atención que alguno de los que considera que no se debe ni plantear un juicio por una causa abierta hace treinta años, si es de la creencia que se deben reabrir las viejas heridas que se hicieron hace sesenta años. Está claro que no somos capaces de diferenciar entre justicia y venganza. La verdad es que el mundo del arte, entre la SGAE y ese sentimiento de que sus opiniones están por encima de todo y, por tanto, son ley empieza a parecerse más a una mafia que a un colectivo creador.
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Y es que a veces olvidamos que el que nos guste un personaje bien interpretado, una película bien dirigida, un libro bien escrito o un cuadro bien pintado, no significa que el actor, el director, el escritor o el pintor tengan los valores que con tanto arte representan.
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2 comentarios:

Fernando Solera dijo...

La verdad es que sí, Luis Fernando. Gente como Almodóvar ha quedado a la altura del betún, aún más de lo que estaba. Que un artista sea extraordinario no lo exime de cumplir con la ley. Así de simple.

armando alonso dijo...

Entiendo que el arte, en todas y cada una de sus manifestaciones es una cosa y el artista es otra.
Igual que unas personas son artistas, otras son científicos, otras empleados de banca o del comercio, etc. Y, sin duda todas ellas, ciudadanos de derecho. Y de obligaciones. Y todos ellos deben ser tratados de igual modo ante la justicia (al menos en teoría).
La experiencia nos dice que los poderosos e influyentes tienen bula, pero yo seguiré rebelándome hasta que las fuerzas se me agoten, contra tanta "bula jurídíca" como hay en el mundo.
Un abrazo.