09 octubre 2009

OBAMAMANIA

La noticia del día es que el presidente de los Estados Unidos, el señor Barack Obama ha recibido el premio Nobel de la Paz. Creo que lo correcto sería decir “por la paz”, pero es una cuestión de semántica. Parece que los políticos del partido demócrata estadounidense están copando este premio. También me da la impresión de que la academia noruega tiene más ilusión que sentido del realismo. Pero en mi opinión la consecuencia entre galardonado y premio es que el mundo ama a Barack Obama, no me extrañaría que pronto apareciesen pegatinas con el lema “WYBO”, por World loves Barack Obama.
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Y es cierto Obama ha encandilado al mundo en menos de diez meses de mandato presidencial. Aunque es más dialogante que George Bush, y mucho más abierto y flexible, no ha conseguido mejorar la pésima situación que le dejó. Pero si ha probado que quiere enmendarla. También tiene una ocasión de lucimiento y perpetuarse en la Casa Blanca si consigue que los Estados Unidos salgan de la crisis económica y tire de algunos países más, por último la promoción de eliminar los arsenales atómicos puede suponer la culminación de sus carrera política. Queda claro cual va a ser el armazón de su política.
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Pero, seamos sinceros y pragmáticos, es un armazón de naipes. Hay muchas variables que controlar y muchas voluntades que aunar. Como anuncia el titular de elpais.com, el premio no es el reconocimiento de una obra sino lo que dice Obama: "Acepto el premio como estímulo para afrontar los restos (sic) del siglo XXI". Al principio pensé que este premio se daba precipitadamente y que recompensaba las buenas intenciones más que al trabajo realizado y la efectividad del mismo. Pero conforme he empezado a escribir me he dado cuenta que en esta ocasión el Nobel más que un galardón es una responsabilidad.
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Ahora recae sobre los hombros de un político la ilusión de muchos por acabar con la espada de Damocles nuclear. Es la misma responsabilidad que recayó sobre Isaac Rabin y Yacer Arafat, una responsabilidad que quedó diluida al morir el primero y al ser anulado el segundo. En esa ocasión el premio intentó forzar una paz que acabó en conflicto. En esta ocasión se intenta forzar el fin del arsenal nuclear, quizás un sueño imposible. Pero se ha intentado involucrar a la figura más fulgurante del momento que coincide con la del hombre más poderoso del mundo.
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Lo que ahora nos podemos preguntar es si esto no va a ser una apuesta muy alta. El Nobel de la Paz se va desprestigiando, ha quedado vacante muchas veces y a veces da la impresión de que se concede para que no caiga en el olvido. Esperemos que esta situación no sea la alternativa.
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1 comentario:

Fernando Solera dijo...

No creo en los premios Nobel, sobre todo desde que me enteré de los extraordinarios chanchullos que hay detrás del de Medicina. En este artículo lo expliqué pormenorizadamente(perdón por la autocita, Luis Fernando):

La vacuna contra el virus del papiloma humano