04 junio 2007

SABER ESTAR

Creo que ya bauticé con este título a una de mis entradas. Saber estar no es sólo una virtud, es un indicativo del grado de la responsabilidad que tiene cada persona. En ocasión del día de las Fuerzas Armadas, se asiste a la celebración que hace para los españoles una de las instituciones mejor valoradas por la sociedad. Se puede excusar la ausencia del Presidente del Gobierno aludiendo a que su relación con las Fuerzas Armadas no es directa, no es su jefe y “sólo” dirige la política de Defensa. Pero sería una excusa que se justifica en la letra, no en el espíritu. Aunque ya deberíamos estar acostumbrados a este hecho, por el cual el Gobierno justifica pero no aplica, se esconde pero no se ampara.
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La ausencia del Señor Zapatero en la celebración del día de las Fuerzas Armadas aparenta ser una reafirmación del carácter civil que tiene la Presidencia del Gobierno en aras de la ideología pacifista del Presidente. Pero ser civil y pacifista no significa ser civilizado o pacífico. Más bien es una muestra de que el Señor Zapatero no sabe estar y que el cargo de Presidente del Gobierno le viene grande. Demuestra confundir ideología con caprichos y, lo que es peor, no darse cuenta de que sus reafirmaciones personales en muchas ocasiones resultan ser insultos a aquellos que han optado por opciones diferentes.
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Ya no es cuestión de saber o conjeturar de qué va el Señor Presidente, resulta cada vez más evidente que el método a seguir por el Señor Zapatero es esconder los problemas, o esconderse de ellos cuando resultan patentes, y fiar su solución a la buena suerte. Es lo que se llama la estrategia del avestruz. Pero el Señor Presidente decide ir más lejos cuando lo que puede hacer es crear nuevos problemas. De esta forma queda en evidencia su falta de responsabilidad, su poco tacto y su desprecio por las instituciones que deben ser pilares de la democracia. La falta de apoyo, aunque sea simbólico, que están sufriendo algunos organismos hacen que se sientan apartados de una sociedad a la que sirven y que su función acabe siendo un vacío.
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En lo que respecta a las Fuerzas Armadas, cumplen su misión escrupulosamente, resulta ser un cometido que muchas veces implica sacrificios que vienen avalados por vocación de sus miembros más que por profesionalidad. El fracaso político de la profesionalización de las Fuerzas Armadas no hace más que poner en evidencia lo que tantos fracasos del mismo índole, como abstención en las últimas elecciones y el auge del nacionalismo radical, una desconexión entre gobierno y sociedad. Algo que parece ser un problema al que el gobierno, como siempre, ha dado la espalda, lo ha escondido enterrándolo y sólo queda esperar a que crezca.

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