07 junio 2007

ARTE Y POLÍTICA

Hoy me encontrado con la posibilidad de bajarme de internet la canción “Vientos del Pueblo” de Miguel Hernández, además varias versiones, me he quedado con la que hizo Jarcha y la de Jorge Cafrune. También debo decir que ha sido una de mis poesías favoritas, en la cual don Miguel define perfectamente la idea y el sentimiento de España. Después de todo, salió algo bueno de la Segunda República.
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“Vientos del Pueblo” está enmarcado en mi despacho, en una composición de “Power Point” con el dibujo que del autor hiciera Buero Vallejo y algunas fotos que tomé en aquellos lugares con que me enlaza un grato recuerdo. Se que cuando llegue a España será convenientemente no ponerlo en mi futuro despacho, aunque me asiste el derecho, puede herir sensibilidades. De aquí me vienen las reflexiones en cuanto al tumor político que nos invade, nuestras ideas y principios nos llevan a impedir a apreciar la belleza no sólo del contenido, sino también la del continente. Es triste que don Rafael Alberti antepusiese, refiriéndose a Picasso, el calificativo y cualidad de comunista sobre la de pintor. Hay muchos a los que no les gusta Picasso por su naturaleza comunista, al margen de sus cuadros y otras obras que pudiese haber hecho. Pero ahí están, tengo la esperanza y el convencimiento de que en el futuro Picasso gustará o no por lo que hizo y no por lo que fue.
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Resulta triste pensar que uno de los denominadores comunes de la Generación del 98 - la representativa del muy mal llamado “Siglo de Plata” de nuestras letras- fuese el rechazo a Echegaray, un premio Nobel. España, como el arte, resulta convulsa. Por eso es triste que haya muy pocos que aprecien a Miguel Hernández a la vez que a José María Pemán, y aquellos que lo apreciamos descubrimos que son complementarios la pasión del primero y la elegancia del segundo, el uno enciende y el otro atempera. Fue una lástima que no llegasen a leerse el uno al otro, tendrían mucho que aprender y mucho que enseñarse. Pero sus ideas políticas pusieron un muro entre ambos, probablemente si uno leyó algo de otro fue para criticarlo.
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Hoy se repite la historia, la política hace que prime el compromiso de los artistas con la política, que el que tienen sobre el arte. Interpretar que un gobierno sigue un ideario es un tremendo error, los gobiernos hacen lo que en cada momento es conveniente para lo que ellos suponen los intereses de la nación. Se apoyó la guerra de Irak porque se pensó que era lo correcto (no lo popular o lo deseable). Se dialogó con ETA porque se estimó lo conveniente (no lo popular o lo deseable). No está en el ideario de los partidos, cualquiera que sea, ir a la guerra o rendirse a los terroristas. No deben caer los artistas en las trampas políticas, el arte es un elemento de unión no de disensión, está por encima de muchas cosas. Hoy nadie aprecia a Quevedo porque satirizase al rey Felipe IV sino por cómo lo hacía.
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En el actual panorama actual a los artitas corresponde, parafraseando a Miguel Hernández, hacer que tornemos de cuervos que graznan en medio de discusiones a ruiseñores que cantan en medio de las batallas (políticas).

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