Los artículos que me gustaría poner de ejemplo son los siguientes: la columna de Almudena Grandes, que lleva por título "Denarios" y está dedicada al tema de los refugiados, se muestra descontenta con la actitud de los países europeos ante la crisis migratoria, el segundo artículo se titula "El limbo del Pireo" y está firmado por Joaquín Estefanía y en el se muestra preocupado por la situación de los emigrantes que no están contemplados en el tratado entre la unión Europea y Turquía; el tercero se publica en la editorial de elmundo.es con un largo nombre "Sánchez intenta un pacto contra natura y sigue ignorando al PP", en él queda claro la decepción por la falta de calidad de nuestros líderes políticos; y por último me gustaría mencionar el artículo "El amor en tiempos de podemos" firmado por David Jiménez, en el que se mencionan los desacuerdos internos como algo que está acabando con un partido lleno de contradicciones.
A estas alturas, alguien se preguntará a dónde quiero llegar y es que, dentro de lo políticamente correcto, descontento, preocupación, decepción y desacuerdo con una situación son los únicos factores que pueden articular cierta unión entre los españoles, esta unión es, por supuesto efímera. Intentaré poner un ejemplo: UPy D nació del descontento de los socialistas por la política ante los nacionalismos de Rodriguez Zapatero y tuvo una existencia de excaso peso mientras perduró el socialismo propuganado por sus sucesores; los pocos representantes que tenían dejaron patentes sus divisiones cuando se trató de concretar algo que no fuese rechazo,
Y ese es el mal endémico español, somos capaces en ponernos de acuerdo en lo que no nos gusta, pero incapaces de articular una solución a los problemas en que todos estemos conformes. Presumimos de diálogo (algunos incluso de talante), pero el acuerdo es parte del diálogo. Las conversaciones continuas para imponer una voluntad son cháchara. Creo que hoy por hoy, queda patente el inmovilismo de nuestros representantes y que en esta ocasión, el que ellos esté sentados en el Congreso son más muestra de nuestra equivocación que de su falta de talento.
Dentro de ese desacuerdo con la situación puede más acabar con lo que hay, destrucción, que ponerse de acuerdo en lo que debe de haber, evolución. En este sentido el acabar con el bipartidismo está demostrando la ineficacia del multipartidismo... es más, seguimos limitando el mundo político a izquierdas y derechas, como si la política siguiera siendo cosa de dos.