
Ayer el Presidente del gobierno, el señor Rodriguez Zapatero compareció en el Congreso para explicar las medidas tomadas para hacer frente a la crisis económica. Creo que es el momento de dejarse de eufemismos, no discutiré en como se le debe denominar, yo la llamaré así y espero que me entiendan. Si bien el señor Zapatero evitó referirse al término "crisis" si admitió que hay problemas con la economía. Si el fallo que puede tener el presidente del gobierno es pretender acotar la crisis hasta semánticamente; el fallo de otros políticos, entre ellos el señor Rajoy, es que pretenden que la crisis sea algo más que económica. Me parce un poco absurdo, e incluso electoral, el anunciar a bombo y platillo que "ayudaremos si recnoce que hay una crisis", algo así como decir a alguien que sefre un ataque cardiaco que le daremos un masaje si nos dice claramente dónde le duele.
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Todas las editoriales son críticas con el señor Zapatero desde elpaís.com, que tacha su intervención de "Oportunidad perdida", el abc.es que sentencia "Zapatero, desnudo ante la crisis", o elmundo.es que da la noticia de que "Toda la oposición critica que Zapatero continúe sin admitir la 'crisis' económica". Parece ser que la oposición olvida que España está metida dentro del engranaje económico y que la política económica, practicamente indiferente al signo político en los últimos veinte años, no está en nuestras manos. No hay que olvidar que los mercados emergentes, al pujar por los precios, están encareciendo todos los productos. Puede que parezca una tontería, pero el hecho de que chinos e indios tengan acceso al mercado, un éxito si tenemos en cuenta el hambre que pasaban y pasan todavía, supone doblar el número de compradores para la misma oferta. Nos guste o no, la globalización se ha impuesto, y ahora hay que esperar que se ajuste este mercado global, que el petroleo llegue al precio fijo que permita hacer programas y que los precios se ajusten a la ley de la oferta y la demanda.
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Pero de lo que tenemos que aprender los españoes, y no debemos consolarnos de que las causas de la crisis son externas, es de la falta de diversificación de nuestra economía. Una energía que depende casi totalmente del petróleo y una economía cuyo motor era la construcción deja de manifiesto que para hacer frente sin sobresaltos a las vicisitudes económicas hay que diversificarse. Difícilmente reduciremos nuestras emisiones si deguimos dependiendo en el grado que dependemos del petróleo y no podremos negar que nuestra economía se verá limitada si la energía depende tanto del petróleo. En mi opinión, profana y modesta, sólo el transporte debería depender del petróleo hasta que se encuentre un combustible alternativo a sus derivados. La diversificación de nuastras actividades económicas también es fundamental, una España que sólo tenga un motor económico o una sóla fuente de ingresos está condenada a sufrir las vicisitudes externas.
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La acción del gobierno, sea del color que sea, debe encaminarse a eliminar la dependencia de los factores externos. Como, hoy por hoy, un sistema autárquico es imposible, la mejor alternativa es diversificarse y evitar esta especie de monopolio ejercido por el petróleo. Pero estamos hablando de algo a largo plazo, malo para los políticos, y que puede llegar a ser impopular, caso de potenciar la energía popular, lo que resulta aún peor para los políticos. Se trata entre otras cosas de pedir valor a nuestros dirigentes y no temeridad.
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