No hace falta que de referencias de la noticia, la selección española, "la roja" para que parezca más progresista, es campeona de Europa. Uno de mis profesores decía que las victorias de equipos españoles en Europa se interpretaban como reminiscencias de los Tercios de Flandes. Si ello fuese cierto, podríamos decir que ayer pusimos una pica en el trasero de Alemania.
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Pero no es eso lo que más me gusta, debo admitir que lo que más disfruté fue oir antes del partido un coche con la música a tope y un conductor de los que generalmente escuchan bacalao tarareando el himno de España, que era lo que se oía. Y nadie pensó en él en términos de facha, de skinhead o de rancio, tan sólo era un forofo que animaba a su equipo.
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También gusta ver en los balcones de las casas y en algunos coches banderas de España, se han puesto sin el reclamo de un partido político y sin más ánimo que apoyar a un equipo de fútbol. Ayer que españa venciese no era sólo un partido, era una causa apoyada por una gran mayoría de españoles. Hubo pocos disgustados y, lo que es mejor, nadie hizo política de ello. El que dijo soy español no lo dijo por nacionalismo, o contranacionalismo, pensando en la unidad de la Patria o en las glorias hispanas. Quiero pensar que lo dijo porque lo sentía y que lo dijo con orgullo.
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Por un día todos hemos sido españoles, todos nos hemos sentido aglutinados en torno a una bandera y unos colores. Todos hemos sentido una causa en la que hemos deseado participar, aunque no nos guste el fútbol. Los problemas de crisis o desaceleración, miembros y miembras o izquierdas y derechas han sido secundarios y una gran mayoría de personas se ha sentido anormalmente iguales: españoles. Ojalá se repitiese más a menudo.
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