En un breve periodo de tiempo, lo que quedó como resistencia yihadista en Irak ha ido cambiando de nombre según aumentada su poder y su influencia, desde ISIL-EIIL (Estado Islámico de Irak y Levante) ha llegado a ser el Estado Islámico (EI o IS) con un territorio, norte de Irak y este de Siria, sus líderes han sabido aprovechar la retirada norteamericana de Irak, la guerra civil en Siria y la postura ignorante de Occidente en ambos casos.
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En el plano interno, ha desbancando la influencia de, la hasta entonces omnipresente, Al Qaeda en Oriente Medio y, como afirma de elpais.com en su editorial titulada "Mediterráneo en peligro", también en el norte de África y Magreb, poniendo en peligro la estabilidad del Mediterráneo, Dentro de la estrategia de guerra asimétrica diseñada por Mao, las organizaciones terroristas se han hecho con un territorio al que han llamado estado, se han constituido en gobierno y los que antes eran guerrilleros o terroristas ahora son miembros de un ejército. A diferencia de Al Qaeda su intervención se materializa en la unificación, en incorporar todo territorio en el que intervenga al Califato que quiere crear.
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La editorial nos dice que el compromiso de Occidente en combatir al Estado Islámico es tibio e insuficiente, sobre todo cuando el EI está actuando como un estado, hace negocios internacionalmente, está dispuesto a acuñar moneda, utilizar el patrón oro y seguir creciendo. Todo esto significa que va avanzando muy rápidamente y que hay naciones que están respaldando este avance.
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La OTAN se ha involucrado como lo hizo en Kosovo y en Libia, apoyando desde el aire al gobierno iraquí y a rebeldes (islamistas moderados) en Siria, con la esperanza de que ocurra o mismo que en las anteriores ocasiones: vencer una guerra dejando un problema pendiente a su fin. También la Alianza es consciente de que Afganistán, ante la actual retirada, puede convertirse en una provincia del EI. Hay razones sobradas para preocuparse por el Mediterráneo, lo que afecta a Europa y Estados Unidos; pero también hay motivos para inquietarse por el Asia Central, lo que incumbe a Rusia y China. Ampliar la coalición es necesario.
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También resulta irónico que esta editorial pida un compromiso mayor, la actuación de una fuerza terrestre, esto significaría poner en peligro al personal y hacer frente a la opinión pública. En el caso español, más exagerado que el europeo pero semejante, no se considera que el EI pueda afectar a Occidente (y por tanto a España) y a su seguridad. Pese a que hemos sufrido el atentado del 11M, a que hay españoles que han combatido en Malí y Siria y están dispuestos a combatir por recuperar Al-Andalus, los españoles no lo consideramos como una amenaza.
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Por otra parte el EI está desarrollando una estrategia que consiste en debilitar económicamente a Occidente haciéndole intervenir en todo el escenario islámico: Afganistán, Malí, Libia, Líbano (operaciones en las que interviene España) se alargan en el tiempo a la vez que se abre el escenario en Irak, todo ello impone una carga económica que se alarga en el tiempo. Tenemos que ser conscientes de que, aunque no estemos en guerra, el EI nos la ha declarado.
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