27 agosto 2008

DE NIÑOS, MAYORES Y ÑOÑOS

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, eso dicen. No se si esta afirmación será cierta, pero creo que sólo es discutible la exclusividad, puede que haya otro animal. Yo que he tenido dos niños se que a la alegría de su llegada se suceden los problemas, es posible que vengan con un pan debajo del brazo, pero sin libro de instrucciones y no puedes devolver el producto. Y los problemas no se alivian, por el contrario van cambiando a peor porque cada vez puedes hacer menos por remediarlo. Se ponen enfermos, no se porqué pero siempre en viernes, o en jueves si esperas tener un puente, sólo hay que ir al médico y comprar medicamentos.
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Luego que no estudian o no tienen buenas notas, pues se les manda estudiar más y se recurre al contrato, ya sea en forma de premio o castigo. La fórmula ha cambiado, el premio es "si apruebas te compro... no sé porque ya tienes de todo, así que lo que quieras" el castigo, aunque no recomendable tiene mayor poder de disuasión "si no estudias te quitaré 5 euros de tupaga" a lo que el querubín ni se siente ofendido porque habrá una abuela, abuelo, tía o tío que compense las pérdidas con creces.
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El siguiente problema más grave son las amistades. No sé por qué, pero los jovenes dentro de la afirmación de su individualismo y el desarrollo de su propia personalidad tienden a hacer lo mismo que sus amistades, es más prefieren seguir los consejos de un colega o un extraño antes que los de su padre. De forma que la solución a estos problemas es hacerse amigo del colega y que él le diga lo que como padre o amigo le dirías en barbecho. Pero y si las amistades son peligrosas, que hay muchos tipos de peligros, ¿cómo decir que no te convienen? ¿Hasta que punto intentamos retenerlos?
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Indudablemente tenemos que dirigir sus vidas al principio de su vida, cuando ya hayan cogido rodaje hay que dejar que se empiecen a enfrentar al mundo y dejar que se equivoquen en los problemas de poca importancia y que los solucionen. En fin dejar que vayan madurando sin querer descubrir el momento en que deben hacerlo, cuando lo hagamos será tarde. Y es que hay veces que somos tan sobreprotectores que encerramos a los niños en una burbuja donde vive feliz y ajeno al mundo, no le dejamos madurar. Lo tenemos en algo que es parecido a una cárcel y, lo que es peor, le enseñamos a vivir en cautividad y que le guste.
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No es que se le mime, es que retrasamos tanto el momento de que el niño descubra que esto es lo que hay, para que al final suponga un trauma. Esa sobreprotección hace que el niño se quede en los cinco años, que sea un ñoño y que acabe solo. Flaco favor hacemos. Y es que hay quien piensa que la vida es en función de los niños, y que así debe ser la vida de los que le rodean. De esta forma acaban siendo pequeños indeseables y no por culpa suya, sino porque el peor acaba siendo el tutor, tan atento a sus niños que no presta atención, no se entera de lo que dice, responde por ellos y hace los planes por todos para que los niños acaben contentos.
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Gracias a estos tutores soy partidario de que el día del padre se celebre en San Herodes, porque puedo tratar a un niño ñoño, pero no a un adulto ñoño y enniñado.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Festiviwonder. Hay padres que malcrían a los hijos hasta unos niveles insoportables. Los progenitores tienen que imponer unos límites claros a sus cachorros, porque de lo contrario entregarán al mundo gente asilvestrada. Pero es que, como bien has dicho, no vienen con manual de instrucciones. Por mi parte yo no pienso tener hijos, pues el mundo que se avecina no va a ser el mejor de los posibles. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Yo conozco a varios pequeños tiranos fruto de una educación negligente por parte de sus padres. Este tipo de chavales están acostumbrados al ordeno y mando y a que todos se plieguen a su santa voluntad, sin rechistar siquiera. Son caprichosos, déspotas, egoístas, violentos, manipuladores y torturadores psicológicos. Todo lo quieren ahora, ya, sin demora. No saben gestionar las frustraciones ni los deseos insatisfechos, acostumbrados como están a que todo se lo den hecho y en la manita, sin esfuerzo y sin haberlo merecido. Estos niños, en el futuro, serán analfabetos emocionales y la vida les dará de ostias hasta la extenuación. Son carne de diván.