18 marzo 2010

LA CRISIS DE LA CIUDADANÍA

Hoy no recurro a una noticia. Como ya he dicho antes las encuentro vacías, hasta las opiniones me parecen variaciones sobre el mismo tema. Quizás yo haya sido el primer culpable en machacar a nuestra insigne clase política como cabeza de turco de la crisis que nos atosiga. Probablemente me tenga que hacer un replanteamiento, no exento de cierta crueldad. Y es que entre todas las medidas tomadas por el ejecutivo, la que siempre ha fracasado es la de animar a la sociedad.
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Y es que, tras darle muchas vueltas, he acabado convencido de que la crisis económica sólo es parte de una crisis mucho más profunda. Podríamos denominarla como una crisis social, aunque creo que no sería un término muy descriptivo. Desde luego hay muchos frentes que marcan a la sociedad y su crisis: moral, inconformismo, competitividad y comodidad (y posiblemente haya muchos más factores).
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En lo que se refiere a la moral me atrevería a decir que hay una pérdida de valores. Desde luego hay una pérdida de referencia que ha venido marcada por los principios que defiende la religión cristiana. Da la sensación de que al declararnos laicos, ateos, descreidos o no religiosos, hemos renegado de estos principios religiosos, olvidando que también eran humanos. No sólo eso, hemos justificado dar la espalda a mucho bueno por renegar de lo poco malo. Digamos que hemos atendido a una máxima que nos dice "si no es perfecto no es bueno" y hoy por hoy, moralmente y éticamente estamos de vuelta con todo, es decir: perdidos. Por eso contemplamos como algo lógico que un gobernante actúe en clave de poder. Estamos hoy por hoy, en lo que se refiere a la moral, viviendo una nueva edad de la picaresca: vean en las películas que los buenos son los que están de vuelta y media y los malos generalmente pertenecen a una institución social.
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El inconformismo nace de la creación de necesidades. Y son necesidades artificiales de las que ya no podemos pasar, esas "necesidades" terminan convirtiéndose en derechos que nos hace medir todo por un doble rasero: lo que me satisface es bueno y lo que no me satisface malo. ¿Qué es lo que hemos aprendido a base de ser inconformistas? Pues pensamos que el dinero es lo que da la felicidad. A la vez que estamos convencidos de que nunca tenemos lo suficiente. También este inconformismo ha roto uno de los motores de nuestra sociedad: lo que ha movido la economía ha sido el deseo de que nuestros hijos tengan más y mejores oportunidades que sus padres. Hoy rompemos ese planteamiento. Sólo deseamos lo mejor para nuestros hijos, pero queremos que se lo den y no que se lo ganen.
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La competitividad nos convierte en enemigos antes que en compañeros. El mejorar cada día se limita a ser mejor que y no a ser cada día mejores. Por eso se ha llegado esta especie de carrera por la vida a todos los niveles. Hoy no hay peor insulto que el decir de uno que es "un perdedor". Todo ello nos ha llevado a perder el afán de superación
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Por último está la comodidad, que es la que nos lleva a exigir que nos hagan el trabajo. Exigimos al estado que haga lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer: educar a nuestros hijos, que nos de el trabajo que queremos y donde lo queremos. Todo ello lleva a la exigencia de que nos satisfaga unas necesidades completamente secundarias por las que no estamos dispuestos a pagar. Exigimos que el gobierno ayude al tercer mundo, pero no estamos dispuestos a aportar un extra.
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Todo es discutible, pero creo que la crisis, además de económica, también es de ánimo, de orientación y de planteamiento.
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3 comentarios:

Fernando Solera dijo...

Menos mal que en el 2012 se va a solucionar todo, o al menos eso dicen las profecías mayas :O)

Yo creo que existe un desencanto general, una frustración enorme entre amplios sectores de la población. Estamos mal con nosotros mismos y eso queda perfectamente reflejado en el mundo que nos rodea.

Un abrazo.

Domingo dijo...

La crisis es multifactorial, pero su raíz se encuentra, como muy bien apuntas, en los valores gaseosos que hoy predominan en la sociedad. Conceptos como ética, responsabilidad y compromiso están en franco retroceso, y ese espacio está siendo ocupado por contravalores, cuya germinación es rápida y desordenada. Se me ocurre alguna que otra idea para frenar dicho deterioro, pero todas ellas implican esfuerzo y no sé si estamos dispuestos a hacerlo.

armando alonso dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la crisis actual es mucho mas que una crisis económica.
La sociedad en la que vivimos y que hemos potenciado entre todos, tiene uno de sus pilares en la comodidad. Cada vez está más depreciado el hecho de pensar. Además, ¿para qué?, si ya te lo dan todo pensado.
Por otra parte, el que piensa es considerado peligroso. Es alguien que estorba y entorpece el engranaje de esta sociedad de la comodidad. Y, si encima "el pensador" discrepa, ya es la bomba.
A pesar de todo, yo tengo esperanza en que el ser humano sea capaz de salir de esta crisis de la misma forma que fue capaz de salir de las anteriores.
Un abrazo.