26 diciembre 2025

PERDIENDO EL NORTE

 Perdiendo el norte.



Que conste que Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás, como quiera que le llamen donde reparta los regalos a los niños, no me cae bien.. Lo veo como un anglicismo más en nuestra sociedad. Tampoco se trata de ponerse en plan fundamentalista o intransigente con el rival de los Reyes Magos. Es una cuestión de preferencias. En realidad hay multitud de personajes que se dedican a repartir regalos entre los niños por Navidad. No hay duda de que el bueno de Santa Claus es el más cinematográfico y se ha desarrollado una especie de mitologia a su alrededor. Su vivienda en el Polo Norte, su fábrica de juguetes con sus trabajadores elfos y su trineo tirado por renos con sus respectivos nombres. Su entorno ha sido y es una fuente de historias modernas..

 Parece que alguien en el Reino Unido se ha tomado en serio la carta a los Reyes Magos de Yolanda Díaz y lo que anunciaba nuestra vicepresidente ha decidido aplicárselo a Santa Claus. A él le ha llegado la hora del revisionismo woke anglosajón. Eso nos viene a contar hoy Mario de las Heras en El Debate cuando nos habla en su artículo de “Cuando Papá Noel es racista, esclavista y machista es que el Reino Unido (y España) tiene un problema”. Según el artículo el bueno de Santa Claus es racista porque tanto él como los trabajadores elfos son de raza blanca, esclavista porque los hace trabajar a destajo como negros y los engaña como a chinos (se une también el racismo en estas comparaciones) y machista porque no hay una Mamá Noel en casa., aunque en algunas de las historias de la mitología del entorno hay numerosas referencias a la Señora de Noel con diferentes nombres, eso si. Tampoco se libra de la acusación de ser una herramienta del capitalismo.

 El problema que tiene el Reino Unido (y España) es que está perdiendo el norte. Este revisionismo laicista que intenta transformar los principios de nuestras sociedades. Intentando que se depositen nuestras ilusiones en personajes asexuados, interraciales y multiculturales que todo puede ser. No puede haber bondad en un viejo gordo barbudo, un poco estrafalario y que hace Ho-ho-ho si es blanco y hombre. Seguramente acabe siendo un fascista.

 Los más triste es que se pretende dirigir la ilusión de los niños y no tan niños, crearles un personaje a medida de lo políticamente correcto y dejando en evidencia de que hemos perdido el norte. Más que el norte, el sentido común, La charlatanería se ha instalado en las élites sociales y, de nuevo, el problema se repite: no es que un desnortado, o desnortada en este caso, diga tonterías, es que hay muchos dispuestos a creérselas. 

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