11 marzo 2018

LILA PROFUNDO

Una de las pancartas de la manifestación del 8 de marzo en Madrid. \ Mercedes Domenech
Publicada en eldiario.es el día 8-3-2018

Concluye la semana y me resulta inevitable hablar de la huelga feminista. He intentado no hacerlo. Pero, finalmente, con tanta tabarra hay que pensar algo y comunicarlo, especialmente no lo que no se dice. Cosas que, de alguna forma, intuimos pero que notamos difusas. Algo que chirría en el mecanismo, pero no sabemos que es. En mi opinión hay dos artículos que son significativos de la deriva alcanzada con las opiniones sobre el feminismo. Uno se publica en elpais.com y lo firma Doña Soledad Gallego-Díaz con el título de “Nada más poderoso”, en él se llega a la conclusión de que el feminismo es capaz de movilizar masas, es igualitario y es de izquierdas. El artículo opuesto se publica en elmundo.es y lo firma Don Arcadi España en el título de “El feminismo fake”, en él se llega a la conclusión de que las mujeres se han echado a la calle espoleadas por datos manipulados y que su situación, al menos en España, no es lo mala que se da a entender.

En mi opinión es significativo que se haya utilizado un lazo lila, término (además de ser un color) en cuya tercera acepción la Real Academia también define como “tonto o fatuo”,. Y, discúlpenme, hay que ser un lila, pero de lazo grande, para no ver ciertas obviedades. La primera de todas es no entender que a la sociedad actual hemos llegado gracias a la participación de hombres y mujeres. No me negarán que ha habido mujeres en la primera línea de la política (Isabel I la Católica, Isabel II en Inglaterra y otra en España, Margaret Thatcher…) del combate (María Pita, Agustina de Aragón…), la ciencia (María Curie) y la aventura (Amelia Hearth, la monja Alférez…). Ha habido otras mujeres que han tenido un papel más discreto, pero que han sido clave en el éxito de sus maridos (en mi opinión el mejor ejemplo es Doña Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jiménez). Tenemos que tener en cuenta que los que alcanzan el éxito sólo son la punta del iceberg de los que lo intentan. No podemos quejarnos del hecho de que haya menos mujeres que hombres en los anales de la historia, si podemos arrepentirnos (todos) de que muchas mujeres no hayan tenido la oportunidad de intentarlo. Creo que en la sociedad que hemos creado si esto no está superado, falta poco.

Pero otra cosa es quejarse de que hay pocas películas de directoras que no ganan los premios Goya, o que hay pocos best seller de escritoras. En cuestión de arte hay que gustar al público. El éxito es tan esquivo con los hombres como con las mujeres, no entiende de cuotas ni de paridad.

También es de lilas, pero de bandera morada, pretender llevar la paridad al extremo. La paridad es tan discriminatoria para unos como para otras, la posibilidad de eliminar a los más capacitados por cumplir una cuota va en detrimento de todos. No sólo eso, también hay que predicar con el ejemplo. Si tan importante es la paridad o que las mujeres ocupen cargos en las instituciones, no he visto a ningún feminista de barba y coleta o socialista sin escaño ceder su puesto a una fémina. En resumen los políticos, como siempre, arriman el ascua a su sardina.

Pero lo que me parece más lila, de morado absurdo, es que alguien pretenda que las mujeres van a ser felices a partir del 8 de marzo. Me niego a creer que las mujeres han sido unas amargadas hasta el día de hoy y que han renunciado a un derecho tan fundamental como es el de ser felices. En este caso creo que estamos cometiendo el error de dar unas normas para la felicidad que acotan muchas de las opciones que las personas pueden adoptar para vivir su vida. En este sentido el feminismo es tan uniformador como el machismo.

Creo que las personas, hombres y mujeres, somos individualmente libres, podemos elegir entre las diferentes opciones que se nos presenten. Para ello hay que ser valiente. En España resulta muy fácil ser valiente ante las instituciones oficiales y es más difícil ser valiente ante los extremistas, violentos y terroristas. En otros países es muy difícil ser valiente, a veces cuesta la vida.

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