26 octubre 2014

EL PANORAMA

Me ha llamado la atención un artículo de análisis en elpais.com que escribe la señora Anabel Díaz y se titula "Noventa días al galope", en él se analiza las múltiples propuestas que está haciendo el nuevo secretario general del PSOE y que, aunque rápidas, no se están haciendo a lo loco. lo que si es verdad es que la actitud reformadora de don Pedro Sánchez releva un deseo reformador del antro político español y, en cierta forma, de la sociedad española.
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Pero son dos reformas enfrentadas, la de los políticos buscan una nuevas reglas de juego, esas maravillas que sólo un político puede hacer: dar la independencia sin darla, romper el bipartidismo manteniéndose en el poder y conseguir un "unipartidismo", pactar contra la corrupción con el fin de que no se note. Entre todo ello hay que destacar el asumir la gravedad de problemas cual si fuesen problemas del estado, de esta forma poder solucionarlos y apuntarse el tanto fácil. Anunciar la desaparición de un ministerio sin negar la necesidad de su función es lo mismo que proponer negarse a hacerse responsable de la misma. Entre los partidos que han ido contra el sistema establecido, y cuyo nexo de unión ha sido la negación, van dejando poco a poco indicios de su incapacidad de construir para erigirse en una alternativa creíble.
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La sociedad española exige un cambio más radical -como siempre, mal interpretado por el político- que obligue a cambiar todo. Este cambio es que sus políticos sean honrados, que se abandone el principio de que "el fin justifica los medios" y que los valores que decimos tener, lo tengan los padres de la patria. Que se desee estar bien gobernado es un derecho legítimo y que en este gobierno deben participar todos los que están representando a una sociedad. Pero hay que tener en cuenta que el amparo en una mayoría absoluta resulta tan bajo como el querer participar dictando al gobernante lo que debe o no debe hacer, es una oposición inútil y no participativa.
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Esto es lo que piden los segundos e ignoran los primeros, sin ser conscientes que no querer ver el verdadero problema y justificarse en lo que hay no es más que dejar que los problemas crezcan. 
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