06 febrero 2017

LA FACHADA.

Esta mañana he visto el programa "los desayunos", he leido las noticias de elmundo.es, elpais.com y del abc.es. Basta con que uno se fije en los titulares para que uno reflexione sobre cómo va el mundo y se pregunte, inevitablemente, en qué país vivimos. Pero, más o menos, todo el panorama informativo se ciñe al mismo guión: Trump en el plano internacional, Cataluña y que la economía va bien en el ámbito nacional. Creo que al final todo es un apantallamiento que nos debe hacer preguntarnos sobre qué clase de gente habita este país en el que vivimos.

Empezaremos por Trump. Sorprende que en menos de un mes intente poner en marcha su programa electoral, en España hubo quien en menos de un mes se lo saltó a la torera (no pongo nombres, pero pienso en Rajoy y Carmena), nos debe hacer reflexionar que aquí en España, por lo visto, no extraña que alguien falte a sus promesas electorales.

A mi, que soy de ciencias, me enseñaron verdades incuestionables, como que dos más dos son cuatro. por eso me parece lógico que alguien que dijo que si era presidente levantaría un muro en la frontera con Mexico, y que pagarían los mexicanos, se plantee construir lo que queda de ese muro y que tome las medidas para que su país vecino lo pague en forma de aranceles. El hecho de que no me extrañe y me parezca lógico, lo avisó varias veces, no significa que esta medida no me asquee. Pero desde luego el que se sorprenda será por que es de letras o se dedica a la política.

Y eso es lo que me hace pensar en el panorama español, aquí nos tiene que parecer bien que nuestro ínclito presidente de gobierno, tras anunciar antes de unas elecciones que no subiría los impuestos y que no tocaría los impuestos antes de unas segundas elecciones; no dejó ningún impuesto sin subir tras las primeras elecciones y ha creado nuevos impuestos (bebidas azucaradas) y aumentado otros tras las segundas... y parece que es lógico, debe ser que la mayoría de los españoles somos de letras.

Es que en nuestra política, y también en nuestro sistema judicial, dos más dos no tiene por qué ser cuatro si se encuentran los suficientes matices. Sin ir más lejos, piensen en ese niñato que sintió que 90 escaños eran más que 123 y que más tarde se felicita por unos mejores resultados de 85 escaños, que también acaban resultando más que 135.

Debo reconocer que, con este panorama, la independencia me parecería una alternativa lógica para huir de esta estructura que además está corroída, casi podrida, por la corrupción. La justicia no da muchas esperanzas, la decisión del juez se hace esperar de tal manera, cuando la hay, que el ciudadano normal ha olvidado el delito o el crimen juzgado. Las alternativas que se ofrecen son la república o la independencia, caso de Cataluña, pero en ambos casos hay más de lo mismo: la misma falta de lógica y además agravado por por una opresión social y nacionalista que da como resultado un gobierno en rebeldía desde hace dos años... Y no ha pasado nada. Sinceramente, no sé si esto es bueno o no. Pero si el que se tiene que preocupar da a este hecho la importancia que le parece dar, pues aquí prefiero callarme.

Y llegamos a la economía, que no deja de mejorar, por lo menos eso me cuentan día a día apoyándose en datos macroeconómicos. Hasta somos un ejemplo para Europa. Pero yo no lo noto, mi sueldo de funcionario sigue congelado, y encima me tengo que dar con un canto en los dientes porque no lo han reducido. Desde 2013 todo han sido buenas palabras, todo ha ido bien y mejorando; y mi sueldo sigue congelado, no ha pasado lo mismo con los precios, los impuestos ni las ideas para exprimir un poco más. Nadie se salva. El hecho de que lo que es de todos resulta que no es de nadie, no implica que sea gratuito y que nadie pague por ello. La sanidad no es gratuita, tampoco lo es la enseñanza, se paga en forma de impuestos. La solución a la crisis es que nos hemos adaptado a vivir con menos ingresos, a sobrellevar nuestra situación, pero no a una mejora. Por eso cuando alguien propone medidas sociales para reducir recortes, una paga mínima para todos, etc... pues me pongo a temblar porque alguien tendrá que pagarlo.

Pero se me pasa enseguida, mi indignación con Trump y mi preocupación por los catalanes recalcitrantes hace que me olvide de esta sensación de estar engañado.


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