02 abril 2010

EL ARTE DE LA PRUDENCIA

Me he querido tomar un descanso sabático, estar unos cuantos días sin tener nada que hacer. Lo he conseguido a medias, y es que sin hacer nada me aburro y dormir demasiado me resulta una pérdida de tiempo. Si tengo que ver pasar la vida, que sea despierto. Así que no he podido por menos que leer. Entre todo una de las obras que más me ha gustado ha sido “El arte de la prudencia” de Baltasar Gracián.
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Una de las primeras conclusiones a las que he llegado es mi desconocimiento sobre lo escrito en el siglo de oro. Me ha parecido vergonzoso leer anteriormente “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo y la “Utopía” de Tomás Moro antes que esta obra. Y es que si la primera instruye en el arte de la política y la segunda describe la sociedad ideal, “El arte de la prudencia” nos dice como tiene que conducirse uno mismo.
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Y la verdad es que el “Oráculo manual y arte de la prudencia” debería ser el libro de cabecera de políticos y empresarios. Por otra parte está libre de derechos de autor y se puede encontrar gratis en la red. Me permito recomendarles el siguiente enlace:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02493842322571839644424/p0000001.htm#I_0_.
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El autor Baltasar Gracián, (biografía en
http://es.wikipedia.org/wiki/Baltasar_Graci%C3%A1n) podemos decir que fue una de las mentes más preclaras del mundo de nuestro siglo de oro y que su obra cumbre, “El criticón” se puede colocar a la altura de “El Quijote” o “La Celestina”. Sólo su carácter de jesuita ha podido impedir en nuestra sociedad el reconocimiento que se merece.
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Con respecto al libro, consiste en una serie de aforismos comentados, en el que podemos decir que lo contrario de prudente es necio y que una vista a nuestro panorama actual nos ayudará a comprobar cuanto hay de prudente y necio en nuestra sociedad.
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Les dejo con unas notas que me parecen de lo más bonito, interesante y edificante del libro:
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4. El saber y el valor alternan grandeza. Porque lo son, hazen inmortales; tanto es uno quanto sabe, y el sabio todo lo puede. Hombre sin noticias, mundo a escuras. Consejo y fuerças, ojos y manos; sin valor es estéril la sabiduría.
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107. No mostrar satisfación de sí. Viva ni descontento, que es poquedad, ni satisfecho, que es necedad. Nace la satisfación en los más de ignorancia y para en una felicidad necia, que, aunque entretiene el gusto, no mantiene el crédito. Como no alcança las superlativas perfecciones en los otros, págase de qualquiera vulgar medianía en sí. Siempre fue útil, a más de cuerdo, el rezelo, o para prevención de que salgan bien las cosas, o para consuelo quando salieren mal; que no se le haze de nuevo el desaire de su suerte al que ya se lo temía. El mismo Homero dormita tal vez, y cae Alexandro de su estado y de su engaño. Dependen las cosas de muchas circunstancias; y la que triunfó en un puesto, y en tal ocasión, en otra se malogra; pero la incorregibilidad de lo necio está en que se convirtió en flor la más vana satisfación, y va brotando siempre su semilla.
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125. No ser libro verde. Señal de tener gastada la fama propria es cuidar de la infamia agena. Querrían algunos con las manchas de los otros dissimular, si no labar, las suyas; o se consuelan, que es el consuelo de los necios. Huéleles mal la voca a éstos, que son los albañares de las inmundicias civiles. En estas materias, el que más escarba, más se enloda. Pocos se escapan de algún achaque original, o al derecho, o al través. No son conocidas las faltas en los poco conocidos. Huiga el atento de ser registro de infamias, que es ser un aborrecido padrón y, aunque vivo, desalmado.
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142. Nunca por tema seguir el peor partido porque el contrario se adelantó y escogió el mejor. Ya comiença vencido, y assí será preciso ceder desairado: Nunca se vengará bien con el mal. Fue astucia del contrario anticiparse a lo mejor, y necedad suya oponérsele tarde con lo peor. Son éstos porfiados de obra más empeñados que los de palabra, quanto va más riesgo del hazer al dezir. Vulgaridad de temáticos, no reparar en la verdad, por contradezir, ni en la utilidad, por litigar. El atento siempre está de parte de la razón, no de la passión, o anticipándose antes o mejorándose después; que si es necio el contrario, por el mismo caso mudará de rumbo, passándose a la contraria parte, con que empeorará de partido. Para echarle de lo mejor es único remedio abraçar lo proprio, que su necedad le hará dexarlo y su tema le será despeño.
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165. Hazer buena guerra. Puédenle obligar al cuerdo a hazerla, pero no mala. Cada uno ha de obrar como quien es, no como le obligan. Es plausible la galantería en la emulación. Hase de pelear no sólo para vencer en el poder, sino en el modo. Vencer a lo ruin no es vitoria, sino rendimiento. Siempre fue superioridad la generosidad. El hombre de bien nunca se vale de armas vedadas, y sonlo las de la amistad acabada para el odio començado, que no se ha de valer de la confiança para la vengança; todo lo que huele a traición inficiona el buen nombre. En personages obligados se estraña más qualquier átomo de vajeza; han de distar mucho la nobleza de la vileza. Préciese de que si la galantería, la generosidad y la fidelidad se perdiessen en el mundo se avían de buscar en su pecho.
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242. Seguir los alcances. Todo se les va a algunos en començar, y nada acaban. Inventan, pero no prosiguen: instabilidad de genio. Nunca consiguen alabança, porque nada prosiguen; todo para en parar. Si bien nace en otros de impaciencia de ánimo, tacha de Españoles, assí como la paciencia es ventaja de los Belgas. Estos acaban las cosas, aquéllos acaban con ellas: hasta vencer la dificultad sudan, y conténtanse con el vencer; no saben llevar al cabo la vitoria; pruevan que pueden, mas no quieren. Pero siempre es defecto, de impossibilidad o liviandad. Si la obra es buena, ¿por qué no se acaba?; y si mala, ¿por qué se començó? Mate, pues, el sagaz la caça, no se le vaya todo en levantarla.
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3 comentarios:

María dijo...

A mi me pasa lo mismo, no puedo estar sin hacer nada, no me gusta estar inactiva, prefiero estar activa en mis ratos de ocio, y estar leyendo o escribiendo.

Gracias, Luferura por compartir ese libro.

Te deseo unos felices días.

Besos.

Domingo dijo...

Gracián no recibió en vida los honores ni la atención que merecía (nadie es profeta en su tierra) y ahora, con la práctica desaparición del Siglo de Oro en los planes de estudio, muchísimo menos. Gracias por reivindicar su obra y sacarla de los anaqueles del polvo y del olvido.

Fernando Solera dijo...

Me alegro que lo hayas descubierto, Luis Fernando. Sus aforismos son una auténtica escuela de vida.