30 septiembre 2009

PERSONALISMO

Nuestro sexto pecado también es histórico: nuestra costumbre es dar más protagonismo a las instituciones que a las personas. Votamos más a Don José Luis Rodríguez Zapatero o a Don Mariano Rajoy que al PSOE o al PP. Somos más Juancarlistas que monárquicos y conocemos a las figuras, pero no a las organizaciones. Nuestros políticos fomentan estos protagonismos, será Zapatero, y no el gobierno, el que nos saque de la crisis. Rajoy, y no el PP, es la oposición. Conocemos al juez Baltasar Garzón, pero no sabemos su puesto en el entramado judicial, paradójicamente podemos fiarnos de él, pero nunca de la justicia.
.
Y es que en España pocas veces exigimos que las instituciones sean fuertes y serias. No entendemos, como no entendimos en la Segunda República, que son las instituciones y no las personas las que garantizan la marcha constitucional. Al fiarnos de una persona a la que conocemos poco, lo estamos haciendo en el convencimiento de que nunca le afectará su estado de ánimo, sus vicios, su cabezonería, su cansancio o sus caprichos. Son las instituciones las que cuidan de que las personas obren lo más adecuadamente posible.
.
El hecho de identificar a la institución con su representante nos lleva a cometer un error ya cotidiano, no respetamos a la institución y somos groseros con la persona. Nunca me sentiré cómodo si se abuchea a mi presidente del gobierno o a mi rey, de la misma forma que no me gusta que se critique a Don Juan Carlos o a Don José Luís. Podemos criticar la labor de una institución y debemos respetarla. De la misma forma podemos pensar lo que queramos de las personas, pero debemos respetar su dignidad.
.
Pero parece ser que eso no debe ser así en nuestra piel de toro, más bien parece que se invierten las tornas y los directivos se aprovechan de las instituciones más que beneficiarlas. No parecen que actúen para representar a una organización, más bien lo hacen para que la organización lo haga en nombre suyo.
.

28 septiembre 2009

CAINISMO

Realmente no se cual es la causa de este pecado, pero es como un cáncer que nos corroe y nos descompone. Y es que no hay peor enemigo para España que los españoles, por ley general despreciamos el “made in Spain”, ya sea SEAT, nuestra literatura o nuestros inventores, nuestra ciencia o nuestro arte, e incluso nuestra historia. Cuanto menos nuestra posición es de indiferencia, cuando no de desprecio, hacia lo nuestro.
.
En lo que es el estudio de nuestra historia nos ha llevado a tener pocas fuentes auténticamente españolas que han facilitado la propagación, exageración y credulidad hacia nuestra leyenda negra. Es triste pero, parafraseando a Unamuno, hemos decidido que “documenten ellos” y así tenemos la fama que tenemos, nos hacemos moldes de los tópicos.
.
Algo parecido pasa con nuestros inventores, no hemos dado la menor importancia a los aportes científicos que han hecho nuestros compatriotas, de esta forma hemos ido contribuyendo a que investigar en España sea sufrir, ninguno de nuestros cerebros ha sido reconocido en nuestro país hasta que no ha sido apreciado fuera de él. Lo mismo podemos decir de nuestros artistas, resulta más conocido – y leído – Shakespeare que cualquiera de nuestros genios del siglo de oro. O cuando nos referimos a una película como una “españolada”, resulta obligado comparar una película de Pajares o Esteso con una de esas abominables películas de la serie Scary Movie.
.
Pero todo esto es atribuible a la gente con estudios, en general tendemos a restar méritos a los demás, a hacer un rotundo mentís de una afirmación y a venerar o lo muy foráneo o lo muy local, es el típico dicho de que “los chorizos de mi pueblo son los mejores del mundo, los de los demás son tan malos que no los he probado”. Y así, entre esta indiferencia por lo hispano que no sentimos como nuestro y un desmedido aprecio por lo local, no somos más que nuestros propios verdugos.
.