24 enero 2017

EL HOMBRE DE PELO ZANAHORIA


Les invitaría a que viesen las páginas de opinión que hoy publican elpais.es, elmundo.es o el abc,es. Podrán comprobar que el protagonista es el recién nombrado presidente de los Estados Unidos. Ello implica muchas cosas: la primera que se le está mirando con lupa y la segunda que hay muchas expectativas, más negativas que positivas. También. se le intenta restar méritos, como si su llegada a la presidencia haya sido fruto de un pucherazo... poniendo en duda la integridad del sistema democrático moderno más antiguo. Aunque no hay que olvidar que, a fin de cuentas, le están pagando con la misma moneda: el anunció que no reconocerla la victoria de Hillary Clinton. En mi opinión el elector americano se ha encontrado en el dilema de elegir al candidato menos malo. Y ahora el mundo tiembla..

Pero reconozcámoslo, el señor Trump tiene el mérito de haber vencido contra viento y marea, desde las primarias en el partido Republicano hasta las elecciones de noviembre ha estado en un principio con pocas probabilidades, se ha considerado que su candidatura era una anécdota, el capricho de un millonario. Y ahí está.,, Sería más que recomendable que los expertos en propaganda hagan un análisis de qué ha pasado para alguien que ha partido de rotundo perdedor haya resultado el vencedor de estas elecciones. Habrá que reconocer que algo habrá hecho bien, aunque sea convencer al votante clave.
Si es verdad que Trump significa la acentuación de la gran mayoría americana más rancia del siglo XIX, los WASP /Blanco, Anglo Sajón y Protestante), se parece más al presidente Teodoro Roosevelt, un vaquero en la casa blanca, que a Franklin D- Roosevelt vencedor de la Segunda Guerra Mundial. De él hay que esperar, más que una ruptura con el presente, una reafirmación del pasado.
También es posible que asistamos a un cambio de la globalización: proteccionismo económico, levantamiento de muros, reducción de la diversidad... se han empezado a dar los primeros pasos, pero es pronto para ver los efectos. Preparémonos para ello, el manifestarse a favor o contra de Trump no sirve para nada.


18 enero 2017

LABERINTO DE EXCLUSIVISMOS

Hoy me ha llamado, y mucho, la atención un artículo que se publica en elmundo.es, lo firma el señor Rodrigo Terrasa y se titula ¿Deben votar solo los más preparados? y en él se aportan argumentos a favor y en contra de restringir a los ciudadanos el voto. En mi opinión la idea fuerza sobre la que radica la reflexión es en que se tiene que demostrar que uno está preparado para votar, para ello hay quien propone superar un examen.

Aunque me ha llamado la atención, no me ha sorprendido. Ortega y Gasset ya venía a plantear algo parecido en su libro "La rebelión de las masas". Podemos ir a más atrás, a la antigua Grecia, para comprobar que su democracia funcionaba siguiendo este principio.Claro que a las formas de gobierno basadas en el voto de los más preparados se le ha llamado de muchas formas: oligarquía, aristocracia, meritocracia... ahora se llama epistocracia.

La democracia no es perfecta, pero es buena, se basa en que todos los ciudadanos están amparados por los mismos derechos, y todos deben respetar las leyes y atender a los deberes que estas imponen. Debemos reconocer que la diversa aplicación de las leyes y la diferente exigencia de los deberes puede vulnerar la igualdad de cada ciudadano, pero el hecho de trasladar exclusivismos al amparo de los derechos (especialmente al derecho de voto y su valor) es prostituir a la democracia y estratificar la sociedad.

Probablemente el mejor argumento para demostrar que hay que estar preparado para votar lo encontramos en los evangelios, cuando la multitud (masa inculta y mal preparada) decide indultar a Barrabás. Pero ahora el voto es secreto y lo mejor de la democracia es que tras cuatro años se puede enmendar el error. 

Algo parecido al indulto de Barrabás interpreta la actriz Ana Belen que se ha hecho con el señor Fernando Trueba cuando el público no ha asistido a su última película "La reina de España", así lo publica elmundo.es en un artículo que titula  "Ana Belén, sobre el boicot a Trueba: "La gente debería poder decir lo que siente sin que nadie se muera".  



Se le ha llamado a esta  falta de asistencia boicot. Si es así resulta extraño que todo el público se haya sumado a tal iniciativa, me parece erróneo llegar a la conclusión de que solo vayan al cine los que se consideran españoles, también creo que es poco solidario por parte de los que comparten los sentimientos del señor Fernando Trueba  su falta de asistencia. Quiero decir que probablemente la película no resulte ser una obra maestra,. Soy de la opinión que había muchas excusas para justificar el fracaso de taquilla (el IVA o la crisis), pero al final el boicot  ha sido la mejor justificación.

En cuanto a lo que dice la actriz, estoy convencido de que tiene razón, la gente (en particular el señor Trueba) ha podido decir lo que ha querido y nadie se ha muerto por ello. Creo que deberíamos añadir ",,, pero atenerse a las consecuencias". Mis simpatías hacia el señor Trueba desaparecieron ese día, y no tanto por su gratuita declaración ("no me he sentido español ni cinco minutos) sino por el desprecio que manifestaba hacia el premio que se le había concedido.

Mi respeto hacia el señor Trueba se ha manifestado en que no he dicho absolutamente nada de él y no he comentado nada hasta ahora. Pero de la misma forma que yo no puedo exigir a este individuo que se sienta español por un segundo, nadie puede obligarme a ir a ver una película que ni por un segundo me apetece ver.

08 enero 2017

¿HUMILLADOS Y OFENDIDOS?

La verdad es que 2017 comienza como un nuevo acto en el gran teatro del mundo como terminó 2016. Simplificando mucho, continúa nuestra crisis moral: el fin justifica los medios... el escenario catalán es la muestra más palpable. No es sólo la cabalgata de Vic, es todo.

Comenzando por articular el sentimiento catalán en torno a lo antiespañol, en crearse una mitología propia que se basa en un cuento de sometimiento, oprobio y humillación de un pueblo durante siglos, y que a pesar de todo ha sobrevivido. Todo ello hace que ser catalán sea una cuestión de fe y fanatismo, no de nacimiento.

La cabalgata de Vic no ha utilizado a los niños, ha utilizado a toda una ciudad. El motivo, porque iba a ser retransmitida en TV3. Los independentistas no pierden la oportunidad de hacer de un evento una reivindicación.Estas reivindicaciones y manifestaciones llegan a tener un tinte ridículo.

Pero la clave es que a los catalanes y, por extensión al resto de los españoles, se nos está formando en el principio de que el fin justifica los medios. Hoy el fin es la independencia, y en ella se justifica la violencia sin condenar contra lo que signifique España, en ella se justifican las falsas promesas y los cantos de sirena. Pero mañana los fines serán otros y la justificación la misma, en la necesidad de la vivienda se justifica la okupación. El garantizar la justicia justifica la lentitud de los procesos y el mal funcionamiento de las leyes. Y, lo que es peor, los españoles nos conformamos.

En general, y los catalanes en particular, estamos entrando en una espiral peligrosa en que todo vale, y estamos contaminando la formación de las futuras generaciones.