Me ha llamado la atención y me ha gustado el artículo que escribe en la sección de opinión Don Mario Vargas Llosa, se titula "La pareja del año" y aunque comience contando un tema trivial y un tanto cursi, termina planteando una cruda reflexión en cuanto a la comparación de la capacidad de afecto que pueden dar los animales y la escasa, escasísima, proclividad del ser humano a considerar a los demás como iguales. Y es que el hombre tiene una tendencia más bien cainita, de forma que siempre nos las arreglamos para tener al enemigo en casa. En realidad, si reflexionamos desapasionadamente, siempre estamos encontrando razones para sentirnos agraviados a todos los niveles, desde el vecino, el pueblo de al lado, el nacionalismo, la nación limítrofe, el continente lejano y la civilización de allá. En realidad estamos haciendo de nuestra vida una lista de ofensas y reivindicaciones.
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Y es que siempre encontramos razones para sentirnos afrentados y tener excusas para enfrentarnos. También me he dedicado a hacer esta reflexión a nivel personal, digamos que un examen de conciencia sobre mi cainismo y sobre que tan bueno soy. Así que he esperado la visita del fantasma del pasado, del presente y del futuro para llegar a la conclusión de que tengo un círculo de amigos reducido y relativos perjuicios que no rayan lo violento. Pero todos ellos por el hecho de no pertenecer a mi grupo, a mi pandilla o no pensar como yo.
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De forma que no me puedo considerar inocente, sólo más humano y menos animal en todo lo negativo que ello tenga. Pero hay algo que me hace más humano si cabe, que es mi convencimiento en los perjuicios que proceso. Algunos pueden llamarlos ideales, principios o como quieran pero difícilmente profesaré simpatía por un político, o me parecerá bien la vida que lleva mi vecino Pepe. ¿Que le vamos a hacer? Pero tampoco me he liado a gritos con el que no está de acuerdo conmigo, ni me he dedicado a abuchear a Zapatero. En fin, que lo cortés no quita lo valiente.
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Lo que al final me termino planteando siempre es porqué por el hecho de decidir una opción, esta no es la que nos conviene o la mejor, ésta es la buena y las demás son las malas. En muchas ocasiones nos tomamos la libertad de elección como la responsabilidad de decidir entre el bien y el mal. Esto es una equivocación. Porque todos los que no hayan elegido lo mismo que yo sin malos y adoptamos la postura egocéntrica de ser el ombligo del mundo. Ni alguien que sea más listo que yo me hace tonto, ni alguien que sea más tonto que yo me hace listo. La vida es también cuestión de ponderación, de proceder en la justa medida.
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Muchas felicidades, hasta hoy no he tenido mucho tiempo para desearlo.
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