QUÉ SE JUZGA
Creo que esta semana el tema estrella ha sido la condena del Fiscal General del Estado, el señor Álvaro García Ortiz. En algún programa se ha hecho mención de lo anómalo de que se haya publicado una parte de la sentencia, la condena, sin una argumentación de la misma que está pendiente y que seguramente pase desapercibida. Pero creo que no es necesaria ésa argumentación para desarrollar este artículo.
Las figuras de la opinión pública han esgrimido argumentos a favor y en contra del fiscal, desde la ausencia de pruebas a la abundancia de indicios. A mí me ha parecido que no hay nada definitivo que implique a la persona pero si a la institución. Creo que está claro que hubo una filtración en la fiscalía que afectó a la intimidad de una persona que, eso si, era culpable. Y el Fiscal General es el responsable de esta institución, parece que ante ese fallo no ha tomado ninguna medida ni ha dado ninguna explicación, se ha limitado a decir que él no ha sido. Es una postura que no defiende mucho a la fiscalía. También resulta evidente la inflexibilidad de la fiscalía ante una persona que ha defraudado miles de euros frente a la flexibilidad demostrada ante otros que han defraudado millones, como pueden ser conocidos futbolistas y actores, o incluso con la benignidad demostrada al defender una amnistía de los que también han defraudado millones en un referéndum ilegal. Todo apunta a que la institución ha sido más Fiscalía General del Gobierno que del Estado y creo que aquí está la verdadera causa que se debería juzgar.
No pueden evitar nuestros políticos felicitarse por nuestra justicia unos o criticar al sistema judicial otros. Pero pocos se han planteado de la situación de la justicia en España, no se da mucha importancia al hecho de que haya delincuentes con hasta setenta antecedentes penales en la calle, algo que viene a significar que la justicia está perdiendo la batalla contra el crimen y, lo que es peor, que la política lo invade y justifica todo. El caso del fiscal es también una cortina de humo que oculta una realidad.
Desde esta perspectiva la función de las instituciones está cambiando, creo que están dejando de servir al Estado y pasando a servir al Gobierno (o a su partido). Podría referirme a la actuación del Tribunal Constitucional que parece haber seguido el dictado del Gobierno y la defensa del partido socialista al declarar la constitucionalidad de una amnistía o al anular las sentencias de los EREs. También podría referirme a la fiabilidad de un Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que siempre arrojan en cada sondeo un PSOE ganador hasta en el recuerdo de voto de las últimas elecciones. Hacia la misma tendencia se publican noticias sobre el Instituto Nacional de Estadística y el Banco de España. No es que las instituciones se estén corrompiendo, es que se están pudriendo.
No se le da mucha importancia a este hecho. Aunque es posible que los de mi edad no tengamos muy claro lo que es una democracia si sabemos lo que no es. Somos un objetivo secundario, el objetivo principal son las próximas generaciones a los que se les puede aleccionar sobre como debe ser una democracia y que las instituciones están al servicio del que manda y no de los mandados.
Como en la novela Fareheit 451 es a ellos a los que se les enseñará que los bomberos están para quemar libros.
4 comentarios:
Da igual. Aquí no dimite nadie. Un beso
Es imposible cuando dimitir es admitir ser culpable.
Un saludo
Tiendo a no comentar nada de política porque siempre que lo hago acabo diciendo cosas que entiendo evidentes, pero que acaban ofendiendo a unos o a otros. El problema, desde hace muchos años, es que la justicia no tiene suficientes medios (solo hay que compararla con Hacienda) y además todos han intentado manosearla no fuera a ser que les tocara responder por los desmanes que han ido haciendo. Esta tendencia se ha agravado en estos últimos tiempos porque ya estamos viendo que, si no lo consiguen, acaban todos en la cárcel. Creo que el problema es que la gente o bien está anestesiada o, en buena parte, ha dado todo esto por perdido. Los siguientes meses van a ser muy determinantes, pero la crisis institucional es más que evidente y muy peligrosa.
Saludos cordiales.
Hola Mercedes, entiendo lo que dices y, particularmente, me propongo no ofender ni sentirme ofendido al comentar de política. De la justicia nos gusta decir que es independiente, pero no entendemos que la independencia de una institución depende de la independencia de su presupuesto y de los nombramientos que se realizan en el estamento. El hecho de que su presupuesto y los nombramientos calve dependan del Ejecutivo y Legislativo (esto es de los partidos) acaban provocando que los tres poderes del Estado estén a merced de los partidos políticos. Ya hoy está en duda la integridad de cualquier institución (y creo que son las instituciones y no los líderes los que dan fortaleza a un estado).
Un saludo
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