Un año después.
Hace un año España sufrió el azote de una dana que se cebó en Valencia y hoy se le conoce como la dana. Dejó esta catástrofe en evidencia a las debilidades de nuestra nación de cara a las emergencias, debilidades que quedaron confirmadas con la ola de incendios padecida este verano.. Nuestra enferma clase política ha intentado, como en todas las ocasiones que tiene oportunidad, obtener un beneficio de esta crisis. Parece que todos trabajan mucho para remediar los males provocados por este desastre, un año más tarde parece que la verdadera catástrofe es la gestión de las emergencias en este país en el que la búsqueda de culpables a quién acusar en vez de asumir la responsabilidad de mitigar las consecuencias, recuperar lo perdido y restablecer la situación. Hoy las heridas siguen abiertas, incluso se intentan abrir más. No se ha acometido ninguna obra de infraestructura que prevenga una nueva inundación. Resulta que a nuestra clase política le resulta más beneficioso que algunos de sus ciudadanos vivan con una espada de Damocles sobre su cabeza.
Un año después, por encima de la tragedia de la dana está el rifirafe entre los partidos. Se tiene el descaro de celebrar un funeral laico por 237 fallecidos que siguen siendo utilizados para derrocar a un Presidente del Gobierno y a un Presidente de la Generalitat valenciana. Un funeral en el que las autoridades van a estar aislados de los que sufrieron y sufren el desastre. Queda patente que nuestra clase política tiene miedo de aquellos a los que dice representar. Esa pretendida igualdad entre todos los españoles queda agravada por el trato recibido por las víctimas, mientras que los delincuentes entran por una puerta de la comisarias para salir por otras, sus víctimas esperan la resolución de un juicio en que lo robado, en el mejor de los casos, se ha convertido en una prueba. Las madres de los asesinos claman por el derecho de ver a sus hijos mientras que las madres de los asesinados no los verán en lo que le queda de vida. Ser víctima supone esperar, como están esperando unas ayudas prometidas en la isla de La Palma, y como esperan los afectados por la dana..
La clase política en España un año después, sigue ejerciendo como una aristocracia por encima de las leyes, ajena a sus promesas e impune ante la justicia. La clase política se ha colocado a un nivel superior donde el fin es el poder y todos los medios que se empleen están justificados. Sus conflictos son ajenos a los problemas de los ciudadanos más que solucionarlos, los crean.
Está pasando un año después y seguirá pasando un año más tarde.
Nadie quiere prevenir las catástrofes porque cuesta dinero. Un beso
ResponderEliminarComo en todo, sabemos lo que gastamos en prevención, nunca sabremos lo ahorrado en caso de catástrofe.
EliminarUn saludo
cuanto dolor y que poca nota han tomado para remediarlo en el futuro. Un abrazo
ResponderEliminarEs una constante, los sacrificios son muy poco valorados.
EliminarUn saludo.
"Nuestra clase política tiene miedo de aquellos a los que dice representar", es una afirmación muy acertada que haces. Pero ¿por qué tienen miedo? Porque lo han sentido al comprobar la unión de los ciudadanos ante una catástrofe de las dimensiones terribles que supuso la dana, por ejemplo, o cuando ocurrieron los incendios de media España (la oriental, por cierto), que si no es por la solidaridad de vecinos, agentes forestales, voluntarios, Guardias Civiles y Bomberos, bastantes pueblos habrían quedado arrasados.
ResponderEliminarEscribí un artículo en mi blog referente a la inoperancia de nuestros políticos, donde reflexionaba, entra otras cuestiones, sobre su gestión en los incendios del pasado verano. la conclusión es que la falta de coordinación entre mandos operativos de las fuerzas implicadas nos mata. Y si se repitiera otra catástrofe, ocurriría la misma cadena de incompetencias, odios políticos y mala fe en general.
No puede entenderse que el gobierno central espere y espere a que tomen partido, iniciativas y supliquen ayuda al Estado los gobiernos autonómicos afectados por una catástrofe natural o provocada (como fueron la mayoría de los incendios del pasado agosto), sin conseguir que se cumplan los protocolos de emergencia. ¿Ha habido alguna vez simulacros para aprender cómo afrontar catástrofes de este calado?
Aparte de la inutilidad manifiesta del gobierno de la Generalidad Valenciana, inexplicable todavía a día de hoy, hay que preguntarse dónde estaban los políticos responsables de la seguridad nacional, de medio Ambiente y del gobierno central cuando se produjo el tsunami que arrasó Valencia en octubre del 2024. ¿Por qué se produjo el tsunami, por cierto?
El agua caída procedente de varias cuencas en la zona de Torrent y otros municipios cercanos inundó el barranco del Poyo. El fenómeno fue descrito como un "tsunami de tierra" debido a la rapidez y la fuerza con la que el agua arrasó todo a su paso, superando el caudal del río Ebro, según informan RTVE.es y 20Minutos ¿Fuentes fiables, no?
El río Magro sí se desbordó en otras zonas, pero sus inundaciones ocurrieron de forma separada a las del Barranco del Poyo, aunque también fueron consecuencia de las mismas lluvias torrenciales, explica RTVE.es.
Es la versión oficial, creo. Nadie se acordó de publicar qué pasó con la presa de Forata. Hoy puedo leer en Google que se abrió "de forma automática" según la Confederación Hidrográfica del Júcar, el 29 de octubre de 2024 cuando el nivel del agua alcanzó la cota \(379.20\) metros, para evitar el riesgo de rotura. "No se trata de una apertura intencionada para vaciarla" (dice la IA de Google, Gémini cuando lo buscas), ««sino de un vertido automático según su protocolo de funcionamiento ante una situación de avenida. A pesar de la apertura, la inundación en la zona se debió a una superación natural de la capacidad de la presa, según la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ)»». ¿Nadie se dio cuenta a tiempo de esa superación?
En fin, que un año después celebran un "funeral laico" (¿qué sentido tiene eso?) para intentar expiar culpas ante las víctimas, convocando a un grupo selecto de las mismas, elegido por ellos, los responsables del desastre.
Todo muy coherente y respetuoso con no sé qué valores morales.
Pero es que los españoles nos quedamos bloqueados a la hora de actuar para buscar responsables y conseguir que paguen por ello. No sé qué nos pasa.
Comentamos sobre el artículo que escribiste de los incendios y en este comentario tienes toda la razón. De lo que comentas de los simulacros te diré que si se hacen. Pero se hacen para que salgan bien, alguno he preparado, no para corregir lo que sale mal. Lo primero es que avisas que va haber un simulacro con mucha antelación, das el día, la hora y el lugar. Además coincide en horas de trabajo con todo el personal disponible (y previamente preparado), de esta forma cinco minutos antes de empezar ya tienes las ambulancias y el personal listo para actuar. En realidad sabemos que no hay lugar ni hora determinada para una emergencia y que hay más probabilidades de que esta se produzca fuera de horario que dentro de él.
EliminarRespecto a las coordinación entre instiruciones me parece que no hay un interés real. Hay tres autonomías (Cataluña, País Vasco y Madrid) que prefieren hacer frente a las emergencias por si solas (ojo que es generalización, hay excepciones) y los políticos tienen la tendencia a sacar partido de cualquier circunstancia, lo hemos comprobado en el COVID, el volcán, la Filomena, la Dana y los incendios. En este sentido hay que añadir que cuanto más daño se hagan mejor. Juegan también con la desmemoria colectiva. Y seguimos sin explicaciones ante las deficencias habidas, España funcionó mal con todo lo anteriormente dicho y estamos esperando explicaciones de por qué, apagón incluido.
Tengo claro que hace falta un líder que fortalezca las instituciones y nos empoder moralmente. De esta forma sabrfíamos salir del bloqueo, ya que la educación que recibimos de cara a las catastrofes y crisis por pequeñas que sea, por ejemplo dos personas pegándose, es la grabarlos con el móvil antes que intentar separarlos No dan nuestros dirigentes mucho ejemplo de principios y valores, de vez en cuando hacen un paripé interesado para darse propaganda.
Además parece que no tenemos la oportunidad ni de echarlos ni cambiarlos.